En la política, esta frase fue dicha hace 26 años, cuando un 4 de agosto del año 1994, Ernesto Zedillo, entonces candidato presidencial del PRI la utilizó para marcar distancia entre su partido (entonces el hegemónico PRI) y el gobierno, donde incluso dijo que sería un priista pasivo.
Dicha frase fue lanzada durante el Foro Nacional por la Democracia, organizada por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, en aquellos tiempos ya lejanos donde un partido dominaba toda la escena política del país.
Así el Dr. Zedillo dejó con la boca abierta a todos los militantes del PRI, cuando expresó que quería mantener “una sana distancia entre mi partido y el gobierno”.
Y si, la personalidad gris del presidente manifestó durante su mandato un discreto alejamiento del Revolucionario Institucional, incluso para darle un matiz de que hablaba con la verdad, fue el nombrar a un procurador de justicia panista.
Lo cierto es que Ernesto Zedillo nunca dejó de dictar línea detrás de la cortina en la toma de decisiones de su partido.
Hoy, la historia se repite, pues quienes no aprendemos de ella, estamos condenados a repetirla y existe un partido hegemónico, que controla los poderes y un líder que dice que no interviene en el proceso interno del partido.
“Lo que quisieran mis adversarios, que es muy obvio, es que me inmiscuyera en estos asuntos. Ya tengo otros asuntos que atender para andarme metiendo en esas cuestiones”.
Aquí está López poniendo sana distancia con su partido ¿De verdad somos tan ingenuos para creer que el presidente no está moviendo los hilos?
Y no es exclusivo de México, pues también en toda Latinoamérica las funciones del gobierno y la vida interna del partido que lo llevo al poder, siempre están entremezcladas.
¿Creen que el presidente está alejado de su creación, de su Frankestein que lo llevó al poder?
Por supuesto que no, ¿pero aquellos quienes componen el Frankestein de MORENA, si pierde su tribu, dejarán el barco? ¿Regresarán a sus antiguos partidos? ¿al PRIANRD?
Por supuesto que no, pues a falta de convicciones y de verdaderos ideales, mientras el barco de MORENA les sea redituable, permanecerán, mientras siga funcionando el efecto AMLO.
Y es precisamente eso lo que debe tener preocupado al partido presidencial, pues la elección de su dirigencia ha mostrado lo peor de las prácticas de sus partidos que le dieron origen: las “tribus” del PRD, unas verdaderas hienas que no dudarían despellejarse entre ellos, ni dudarían morder a su amo y la línea, la sumisión y el servilismo al presidente en turno, del PRI.
Ya la decisión del partido se encuentra entre estas dos opciones, una encarnada por Porfirio Muñoz Ledo y la otra abanderada por Mario Delgado, los dos auto ungidos como el Batman (Muñoz) y el Robin (Delgado) de la Democracia.
Estos dos personajes parece que hoy más que nunca dan vida al famoso meme donde el hombre murciélago abofetea al chico maravilla. Eso sintetiza lo que sucede hoy al interior de Morena.
Así que el día de hoy, como lo hemos comentado en este espacio, el peor enemigo de Morena, es Morena, pues la desacreditación, el despellejado que se traen entre Muñoz Ledo y Mario Delgado, solo confirma que lo único que quieren es el botín que puedan obtener de los 21 mil cargos de elección popular en las próximas elecciones intermedias.
Simplemente MORENA no tiene a nadie enfrente que le haga sombra, la oposición baila al son que toca el presidente y no hay propuestas, solo hay reacciones, no se plantean nuevas alternativas.
Y la formación de un bloque opositor, pues solo confirmaría la narrativa oficial de que el presidente el caudillo es el bueno y los demás el PRIANRD, pues son los malos y lo único que se lograría es consolidar al régimen, como lo han hecho hasta ahora.
Hay que recordar aquí que el presidente, como jefe de Estado, representa a toda la nación; por ende, debe gobernar para todos y no únicamente para la fracción que lo llevó al poder, aunque eso es lo que estamos viviendo ahora.
Vamos a ver en que va a terminar este espectáculo lamentable en el que se ha convertido la elección interna de MORENA; sin embargo, la línea está tirada, al presidente le gusta la sumisión, la lealtad ciega, el servilismo y que no lo cuestionen, un ejecutor de su voluntad, un personaje manipulable, gris y sin criterio que solo busque beneficio para sí, para mantenerse en la jugada, un títere, como los que le gusta rodearse.
Ese personaje no es Batman, el Mesías quiere a Robin…
Tiempo al tiempo.