Eran las 19:57 horas, cuando el avión que me traía de regreso a la Ciudad de México, tocó la pista del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. En ese momento, quité el modo avión de mi celular y empecé a enterarme de uno de los episodios más tristes y lamentables del futbol mexicano.
No podía creer lo que las redes sociales y amigos reportaban que había sucedido en el Estadio Corregidora de Querétaro. Se hablaba de 17 muertos y varios lesionados tras la trifulca en las gradas en el partido entre Querétaro y Atlas.
Imágenes difíciles de creer y de comprender. Una bola de bestias, cobardes e inadaptados, golpeando a personas, algunas ya inconscientes e indefensas. Festejando cada golpe, como si con ello ganaran un torneo de la Liga MX, que en la cancha su equipo no ha sido capaz de obtener.
Padres corriendo con sus hijos por la cancha para tratar de protegerlos. Familias asustadas. Niños aterrorizados. Sin duda, así no, así no es la esencia del futbol, el juego que debería unir al mundo, a un país, a un pueblo, etc.
Salí del aeropuerto y subí al automóvil de mi amigo Lalo, quien hizo el favor de ir por mí, le pregunté sobre lo acontecido, pero no estaba enterado. Simplemente le dije que era deplorable e injustificable, entre algunas palabras que utilice.
Al llegar a casa, llegó, quizás, lo más difícil, explicarle a mi hijo lo acontecido. Es un niño al que le encanta el futbol, que le encanta ir a un estadio. Tenía que buscar las palabras adecuadas y precisas. ¿Por qué le pegan así Papá? ¿Qué fue lo que hizo? ¿Por qué no está la Policía? ¿Los van a meter a la cárcel?, fueron algunos de los cuestionamientos que recibí.
Tuve que explicarle el daño que le han hecho las barras al futbol mexicano, ya que ellas han llevado la violencia a los estadios, podrá ser imitación de lo que pasa en otros países o sacar la frustración que tienen o simplemente sentirse machos en bola. Triste, sí muy triste.
Pero de inmediato fue darle entender que el futbol es más que esa bola de inadaptados, que ven el futbol como una guerra y no como un juego, una alegría, una diversión, un espectáculo.
Le dije que era un hecho incomprensible, más después de tanto tiempo que la pandemia nos impidió ir a un estadio y sobre todo cuando el lema de esta jornada era ‘Grita X la Paz’, en solidaridad con el pueblo de Ucrania, por la invasión de Rusia.
El sociólogo chileno Luis Felipe Silva Schurmann, escribió en 2015 el libro “El Futbol y la Guerra (entre balas y balones)”, en él cuenta muchas historias relacionadas con la guerra, incluso, treguas en las trincheras para ponerse a jugar futbol entre tropas enemigas como sucedió en 1914, en donde los bandos alemán y franco-británico, protagonizaron en la primera línea de batalla la llamada “Tregua de Navidad” y se pusieron a jugar futbol, hasta que fueron reprimidos por superiores que se dieron cuenta del hecho.
Incluso, en la introducción Schurmann, indica que su libro es para quienes buscan más motivos para amar al futbol.
Hoy le tocó a Querétaro, pero el problema de las barras es una constante en el futbol mexicano, al grado, que regularmente se realizan juntas de seguridad con representante de las barras, autoridades de la liga y de los equipos, así como de seguridad pública.
Peleas entre barras hemos visto muchas, San Luis, Tigres, Pumas, América, Atlas, Chivas, Cruz Azul Monterrey, etc, etc, se han visto involucradas. O acaso es posible asistir a un partido en CU con la playera del América o en el Azteca con la playera de Pumas, sólo por mencionar un ejemplo, y estar donde se encuentra la afición contraria. Es más, la propia policía no lo permite si se da cuenta de ello.
¿Por qué se tiene que encapsular a las porras contrarias en un estadio? ¿Por qué tiene que salirse antes o horas después de terminado un encuentro? ¿Por qué no podemos ser fans y no fanáticos locos?
Oootra vez somos noticia en el mundo por el futbol, y no precisamente por buenos resultados, ¿Cuántas multas o vetos llevamos por el famoso grito de Pu…? ¿Por qué no podemos comportarnos? ¿Tienen que castigarnos de no ir a otro mundial por cuestiones extracancha? Yo creo que no estamos lejos de eso.
Ojalá que las autoridades tomen cartas en el asunto y existan castigos y medidas ejemplares, que vayan más allá de intereses de clubes o de la propia Federación, sino de todos aquellos que nos gusta, queremos o amamos el futbol.
Recordemos que un grito característico del futbol mexicano es el famoso “Sí se puede”, pero Juan Villoro señala que “nuestro grito de guerra, «¡Sí se puede!», es un recordatorio de que los nuestros casi nunca han podido”; Sin embargo, él se refiere a los logros futbolísticos, no en lo que pasa en las tribunas, el famoso “Cielito lindo” es un ejemplo de lo que los mexicanos podemos enseñarles al mundo, pero no la violencia, eso, sin duda, no está bien.
Hace dos semanas en este espacio de Los Tocables señalábamos: “saber ser mexicano se expresa, se siente, no necesitamos enardecer turbas para amar y defender a nuestra tierra (o nuestro equipo, en este caso), ser mexicano es ser solidario es tender la mano al de al lado”.
El propio Juan Villoro afirma que “La pelota reclama afecto” y estoy seguro que el futbol mexicano también.
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero