Cambio: sale la mafia del poder; entra la nueva mafia del poder.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, la incertidumbre reina en muchos millones de mexicanos que tienen miedo de cómo se comportará la nueva mafia del poder.
La experiencia de la política nos ha demostrado a lo largo de los años que una cosa son los compromisos que se adquieren durante la época de campaña y, otra cosa, es lo que hacen o ejecutan tras ganar una elección.
La supuesta cuarta transformación, ha dejado varios compromisos en el aire, otros sin cumplir y otros simplemente resultaron ser una mentira. La ambigüedad parece ser un constante, ya que el líder de dicha transformación adapta o matiza el discurso de acuerdo con su mera conveniencia.
Durante la campaña de AMLO a la Presidencia, fue recurrente escuchar que la mayoría de los problemas de México se solucionarían “acabando con la corrupción”, siendo sin duda una frase populista, ya que no se puede reducir los problemas de toda una nación en que la corrupción es la caja de pandora que hay que destruir.
“Hay una cosa más perjudicial que un político que olvida sus promesas y es uno que trata de cumplirlas”, decía el científico John McCarthy.
La cancelación del aeropuerto de Texcoco, es una de ellas y ya hablar de las consecuencias al interior y al exterior del País de estas acciones, resulta ocioso.
La realización de ejercicios de consulta a la ciudadanía, solo para sentirse respaldado, para después decir que no hay queja, debido a que ustedes el público sabio y bueno, decidieron, porque AMLO, ya no es él, ya fue poseído por su pueblo, o como dicen en mi pueblo, para lavarse las manos.
El problema es que en el entorno político de nuestro País, se ha comenzado a actuar con bastante irresponsabilidad, la sociedad como una especie de escenario y al pueblo lo ha hecho creer que no solo es espectador sino que interactúa y decide, aunque las resoluciones ya fueron tomadas.
A veces parece que le apostamos a la suerte, que en política es el último refugio de la incompetencia y la vanidad.
El oportunismo en las ofertas electorales de AMLO se ha hecho evidente aun antes de ser Presidente en funciones con promesas de campaña que se anuncian sin intención de cumplirlas. Ya perdonó a los ex presidentes.
El incumplimiento de la promesa electoral es práctica común de todos quienes llegan a ocupar el poder porque se aprovechan que no reclamamos el cumplimiento de las promesas de campaña, somos de esos consumidores que nos quejamos, pero no reclamamos la garantía. Y volvemos a votar por ellos ahora con otro traje, la mafia, es la misma.
El problema es que la nueva mafia se enferme o se embriague de poder. Dicha patología puede resultar muy peligrosa para un pueblo o País. No se debe aplaudir equivocaciones o imposiciones.
La mafia del poder no se crea ni se destruye, simplemente… se transforma.
Tiempo al tiempo.