Hablábamos de un país en quiebra, roto por la economía y por la pandemia y de un presidente que, todos los días, desde su púlpito, miente de forma sistemática para mantener un barco que llegue, aunque sea maltrecho, a las elecciones intermedias.
La última gran maroma es la consulta para enjuiciar a ex presidentes que quieren que se realice el día de la elección.
El presidente López quería una pregunta tendenciosa, manipuladora que posicionara su (nulo) combate a la corrupción.
Por más que queramos ver a uno o a otro ex presidente con el traje de rayas, existe algo en este país que se llama el debido proceso.
Para llevar a juicio a alguien, no es necesario realizar una consulta popular, basta con construir un caso, reunir las atenuantes, presentarlas a la autoridad correspondiente, en este caso la FGR y que entonces se turne el caso aun juez competente. Punto.
Causa de verdad, mucha frustración y molestia ver como las aberraciones del populismo barato, divide, no solo al país, sino a los poderes, como lo hizo en la Suprema Corte, pues en un principio todos detectaron la inconstitucionalidad de la maroma presidencial.
Los ministros Luis María Aguilar, Arturo Zaldívar, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yazmín Esquivel Mossa y Margarita Ríos Farjat, y Alberto Pérez Dayán, votaron por la constitucionalidad de la consulta, en tanto que los ministros José Fernando Franco González-Salas, José Mario Pardo Rebolledo, Norma Lucía Piña Hernández, Jorge Mario Pardo Rebolledo, y Javier Laynez Potisek, votaron por rechazar la consulta.
Al final la Corte le corrigió la tarea al presidente, le reescribieron su pregunta y operaron políticamente para evitar desencuentro con el ejecutivo.
Así que, ya con la venia del Senado, controlado por Morena, la consulta va, una consulta que no es necesaria, que va a costar alrededor de 8 mil mdp, aquí no importa la austeridad, no hay dinero para los niños con cáncer, ni para estancias infantiles, menos para refugios para mujeres violentadas, tampoco comedores comunitarios.
El presidente tiene prisa, está recolectando dinero, sangrando las piedras, la extinción de los fideicomisos es un golpe a la nación, por eso quiere López que la consulta gansito, sea el día de la elección (para ahorrar costos).
De verdad, de verdad se necesita ser un fanático y después un ingenuo para creer que de verdad hay un interés genuino de saldar cuentas con el pasado y no de apoyar a los candidatos de Morena en la próxima boleta electoral, donde quieren que se repita sí o sí, el efecto López, en las boletas donde estarán en juego 15 cargos de gobernadores, diputados federales además de otros 3 mil cargos de elección popular.
Estamos como en los años 60 o 70, con un presidencialismo agobiante, un mandatario que no tiene un contrapeso, donde “es la hora que usted quiera, señor presidente”.
Hoy el único contrapeso que existe contra este gobierno que ya es de tintes autoritarios, es la sociedad; la narrativa del presidente se construye todos los días desde su púlpito mañanero, la oposición lo único que hace es legitimar al régimen.
También es cierto que no hay victorias ni derrotas absolutas ni eternas, la verdad es revolucionaria y más si se ocupa para tirar un régimen que está basado en la mentira y en la megalomanía de alguien.
En un país donde la rifa no es una rifa, donde no hay masacres, donde roban de lo robado, donde la guardia civil es militar, donde la izquierda, es la derecha, donde los que se dicen liberales, son conservadores, donde no se censura a la prensa, donde las consultas no son consultas y las que ustedes gusten agregar.
Ningún presidente en la historia de México (y del mundo creo) puede arrasar en unas elecciones cuando ha llevado al país al cadalso, con la economía en el suelo y la violencia en el cielo, con prácticamente (estamos a nada) el uno por ciento de la población fallecida a causa de la pandemia, la cual hasta el día de hoy han manejado de forma por demás inepta.
La justicia no se consulta, no se basa en ocurrencias, o en lo que pueda decir una legión de fanáticos, una turba enardecida, que es capaz de crucificar, incluso a su mesías.
Y ahí, como hasta hoy, no dirá ni Pío, pues el ganso se calla el pico…
Tiempo al tiempo.