Leí en Twitter en días pasados: La única oposición real en este país es el feminismo. Hace tiempo que no leía una frase tan contundente y llena de verdad.
Las mujeres que levantan la voz, incomodan, molestan y gritan porque tienen algo que decirle a todos. Son un movimiento que surge de un reclamo legítimo, que no se da por una ambición de poder, sino de justicia a diferencia de tantas otras gestas históricas.
Es el más puro esbozo de un principio de igualdad que –se supone- rige las grandes democracias mundiales, pero que, en el papel, representa la primera incoherencia de un sistema que ha reinado por siglos.
Los políticos, no entienden que una organización de ese tamaño no busque escaños partidistas. Los religiosos no acreditan que ellas no hablen de un credo y los varones no entendemos que, en el epicentro de una lucha, no estemos nosotros como protagonistas.
Las mujeres valientes que saldrán a marchar bajo una situación atípica este 8 de marzo por la pandemia de covid-19, no tienen otra opción. Si no mueren por el virus, morirán por la violencia.
En el 2020 en Querétaro se abrieron 10 carpetas de investigación por feminicidio, de las cuales sólo 6 fueron judicializadas. Lamentablemente las 4 menos mediáticas no llegaron a una sentencia. En México diariamente mueren 10 mujeres por violencia de género.
Mientras los gobiernos no entiendan la naturaleza del tema, seguirán resguardando el palacio nacional con barricadas que las activistas convierten en improvisados monumentos de honor a las víctimas y los queretanos seguiremos llorando las piedras pintadas de Los Arcos, en lugar de llorar las vidas de Mariana, de Adriana, de Karen, de madres, esposas, hijas, hermanas y amigas que hemos perdido a causa de no actuar.
En Querétaro estamos previos a una elección histórica, con 5 candidatas a la gubernatura y solo 2 varones. Independientemente de los resultados, esto deberá ser suficiente para que la agenda política con condición de género sea uno de los principales temas en la mesa de los siguientes gobiernos municipales, estatal y sobre todo en la legislatura.
Podremos tener una opinión propia sobre temas como el aborto, es válido. Pero que cada una decida, también lo es. Es necesario entender que no estamos ante una confrontación o imposición ideológica. Tampoco es una lucha de géneros.
Amigos varones, no somos los salvadores, ni somos el enemigo. Pero en la batalla podemos ser algo, ser aliados, nada más.
Mi reflejo es mi madre, mi esposa y mi hija, que ninguna de ellas me falte, que ninguna mujer, jamás, en ningún lugar del mundo nos falte.