Chicago, IL.- En una democracia el poder electoral define el presente y futuro inmediato de la población, pero especialmente de cada sector de esa sociedad, especialmente las minorías.
Actualmente en EEUU hay más de 29 millones de latinos elegibles para votar en las elecciones intermedias del próximo 6 de noviembre, conformando el 12.8% de todos los electores, según un análisis del Centro de Investigación Pew basado en cifras de la Oficina del Censo.
El número de votantes hispanos ha crecido consistentemente en los años recientes. Entre 2014 y 2018 cuatro millones de latinos se convirtieron en electores, la mayoría son jóvenes que alcanzaron los 18 años, pero también muchos naturalizados que ahora ya pueden votar.
Las cifras son contundentes: 423 mil mexicanos adoptaron la ciudadanía estadounidense entre 2014 y 2017, además cientos de miles de puertorriqueños dejaron la isla después del huracán María y ahora viven por todo el país.
Sin embargo, la participación electoral de los latinos en las elecciones intermedias ha declinado desde el 2006. Por ejemplo, en el 2014 solamente el 27 por ciento de los votantes hispanos salieron a las urnas, resaltando una muy baja intervención de la juventud latina (únicamente 16% de los votantes de 18 a 35 años).
Pero es precisamente este último sector el que conforma el grueso de los electores hispanos, con 43.5% de cara a los comicios intermedios del próximo 6 de noviembre en EEUU. Además, el peso electoral de los latinos es muy significativo en seis estados: California, Texas, Florida, Nueva York, Arizona e Illinois.
También, la fuerza electoral hispana sigue creciendo en North Dakota, South Carolina, Oregon y North Carolina, con porcentajes superiores al 30 por ciento solamente del 2014 al 2017.
En papel estas cifras lucen impresionantes, pero sin la participación directa de los votantes en las urnas quedan reducidas únicamente a números sin ningún valor, sin ninguna ganancia directa, sin representatividad en el gobierno.
El inmenso reto es la apatía entre los electores latinos el próximo 6 de noviembre, cuando hay la gran oportunidad de que los demócratas recuperen el control del Congreso en Washington, D.C. para repeler la andanada de agresiones de los republicanos en contra de los hispanos en los Estados Unidos.