Chicago, IL.- La anécdota del apodo “El Chango” que los mexicanos le pusieron a quien entonces era su presidente es la siguiente: En 1966 el Diario de México intercambió por error el pie de foto de dos fotografías, en una estaba Gustavo Díaz Ordaz en la convención de gasolineros y en la otra un chimpancé recién adquirido por el zoológico de la capital. Unos días después el mandatario ordenó el cierre del periódico, pero el sobrenombre se le quedó por siempre.
En la actualidad Gustavo Díaz Ordaz es tristemente recordado porque fue él quien ordenó la Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Mandó acribillar al movimiento estudiantil que reclamaba la transformación democrática del país, acusando a los activistas de encabezar un golpe de estado para imponer un régimen comunista.
Nunca se supo con certeza cuántos muertos dejó la masacre de universitarios. El presidente priista estaba rodeado de cómplices en todos los niveles, dispuestos a ocultar por siempre la verdad.
Apenas en días recientes el nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva Gálvez, ordenó retirar las placas del Metro con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz y de otras autoridades que gobernaban cuando se inauguró el sistema de transporte colectivo.
Las placas serán reemplazadas por otras informativas sobre la construcción del Metro, sin mencionar a ninguna autoridad. Amieva Gálvez acierta cuando dice que a 50 años de la Matanza de Tlatelolco hay ciclos que deben cerrarse, para estar acordes con el pensar y sentir actuales de la ciudadanía.
La idea de remover las placas con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz me parece fabulosa, porque la sociedad no debe honrar la memoria de ningún verdugo que utilizó el poder del Estado para aplastar un movimiento social totalmente legítimo.
Sin actualización de las ideas y el entorno no hay progreso. Las sociedades se estancan cuando no se sacuden a quienes, en este caso, perpetuaron el autoritarismo y la desigualdad. Gustavo Díaz Ordaz pertenece a un oscuro pasado que no debemos perpetuar en el presente. ¡Fuera El Chango!