Chicago, IL.- El periódico Wall Street Journal publicó una nota que titula: “El presidente electo mexicano, López Obrador, está espantando a los inversionistas extranjeros”. La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y otras consultas ciudadanas sobre temas clave provocan que gestores de fondos estén revisando sus inversiones.
Desde el 2 de julio hasta días antes de la toma de posesión, el peso cayó 5 por ciento frente al dólar, las acciones mexicanas disminuyeron 7.6% y las tasas de interés de los bonos del gobierno a 10 años subieron del 7.7 al 9 por ciento. El Wall Street Journal cita que solamente en octubre pasado, los inversionistas extranjeros se deshicieron de dos mil 400 millones de dólares en bonos mexicanos.
Las voces de alarma surgen desde el extranjero, como el economista en jefe del banco estadounidense de inversiones BCP Securities, Walter Molano, quien lamenta que Andrés Manuel López Obrador “ni siquiera había asumido el cargo de Presidente y ya estaba mostrando una verdadera racha autoritaria”.
Paul McNamara, a cargo de un bono de mercados emergentes del suizo GAM Holding, admite que sigue analizando disminuir sus activos mexicanos. “Invertimos a largo plazo en México y nos está afectando, para ser sinceros”.
Durante décadas las políticas públicas en México han estado al servicio de los intereses de una cúpula, que hará hasta lo imposible por mantener el estatus quo. Sí, esos capitales obtienen enormes beneficios mientras los mexicanos trabajan muy duro con salarios de miseria, hundidos en un círculo vicioso que solamente rinde ganancias a los grandes inversionistas.
El esquema económico actual únicamente salpica migajas a los de abajo, por eso los ajustes son necesarios e impostergables para una población ansiosa de ser mejor retribuida por su gran aportación a la generación de riqueza, que se la quedan unos cuantos.
Confío en que AMLO sea pragmático en su manejo de las finanzas públicas y la economía mexicana, porque a nadie conviene que llegue a reventar las cosas. Sin embargo, debe empezar a sentar las bases de una transformación viable y sustentable para toda la sociedad, con mucho énfasis en una redistribución equitativa de los recursos.
Mientras tanto nos tratan de asustar con el petate del muerto.