El AMLO de las mañaneras, el de los mítines con sus arengas, el de los eventos públicos; el de los mensajes en redes sociales, el de la campaña, el de los debates, el mesías tropical que arenga a su clientela; ese Andrés Manuel López Obrador es un personaje; un montaje creado para caer bien, para atraer votos, para generar simpatías, para sacar de quicio a sus adversarios.
Al verdadero AMLO lo conocimos el 31 de octubre de 2019; un hombre iracundo, fuera de sí, amenazante, intolerante e incapaz de dialogar cuando no se le da la razón.
Ese jueves, luego de que los colegas que cubren las mañaneras tuvieron que ponerse de pie, levantar la voz, gritar y preguntar sin micrófono, tras los pases a gol que le dan todos los días presuntos periodistas al titular del Ejecutivo Federal, emergió el verdadero Andrés Manuel.
“No, no, no, es que ya basta, de veras, con todo respeto, son asuntos muy serios”, fue la respuesta cuando el colega Irving Pineda, de TV Azteca, lo cuestionó sobre quién había negociado con el Cartel del Golfo para la liberación de Ovidio Guzmán.
Y apenas empezaba el surgimiento del verdadero rostro del presidente de México que luego equiparó a los periodistas y a los medios con perros a los que según él les quitó el bozal.
Sí, ya sé que me van a decir que él parafraseó a Francisco Madero; pero lo dijo, lo dijo él, salió de su boca, estaba encendido y al citar la frase, asume el mensaje como propio.
Dijo AMLO: “Antes del golpe militar, antes de que se asesinara al presidente Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, se creó un ambiente. Nunca la prensa, después de haber sido una prensa sometida, abyecta, rastrera, durante el porfiriato, al triunfo del movimiento maderista se desatan en contra de Madero, todos, todos, todos, en general, de ahí viene lo de la prensa fifí, de ahí surgió una frase fuertísima que la voy a decir. La voy a decir, porque todo esto ayuda, o sea, esto es parte de la transformación que queremos para el país y hay que aprender de la maestra de la vida que es la historia, eso decía Cicerón.
“¿Saben qué llegó a decir Gustavo Madero? Dice: ‘Le muerden la mano a quien les quitó el bozal’. Eso no se lo perdonaron, nunca”.
Y entonces lo vimos. Sin máscara. Así de claro, así de duro, así de directo. Ese es el verdadero AMLO.
La iracunda respuesta del Ejecutivo federal fue motivo de un verdadero ataque de sus seguidores a la prensa; los hashtags #Prensasicaria y #Prensaprostituida, fueron tendencia por varias horas y en algunos casos los mensajes con estas etiquetas incluían amenazas de muerte.
Ese es el verdadero hombre que ocupa la presidencia de la República, el que divide, el que denosta, el que amenaza y confronta.
A ese el verdadero AMLO valdría la pena hacerle un llamado a que, tanto él como sus colaboradores, se apeguen a la misma frase que emitió ese mismo jueves en la conferencia mañanera.
“No hay cosa peor que sea uno señalado como deshonesto, eso es lo peor que puede haber, o sea, yo creo que eso es peor que ser señalado como corrupto, porque la corrupción es robar dinero y la deshonestidad es, además de robar dinero, ser incongruente”.
Sin seguridad, sin transparencia, sin honestidad, sin verdad y sin congruencia, no habrá cuarta transformación y hoy, todo eso no existe.
El último párrafo. Ayer, con el primer minuto del mes de noviembre, asumió el cargo de gobernador de Baja California el amigo del presidente, Jaime Bonilla. El bando solemne señalaba que asumió el cargo por 5 años. Ese mismo día el INE interpuso una acción de inconstitucionalidad que ojalá prospere por el bien de la democracia de este país.
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