Manuel J. Solis | Productor
Claro que no es válido, pero es vital para el funcionamiento de los ayuntamientos.
Condonar estos comportamientos solo incentiva el desorden administrativo clásico de estas repúblicas bananeras que llamamos Municipios, donde con cada administración llega un tirano autócrata para quien todo lo hecho está mal, y que solo él conoce lo que le conviene a sus súbditos.
Toda planeación es a tres años, o al tiempo que su majestad guste en caso de que se le ocurra hacer cientos de kilómetros de ciclovías o arreglar por meses calles que estaban bien. Claro que al cabo de unos meses les falta dinero para pagar aguinaldos y se tiene que recurrir al Emperador para que los salve la misma situación que ocurre cada año: Ojalá tengan el favor real, para que los trabajadores y proveedores reciban el pago de lo que ya trabajaron.
Hasta que reconozcamos que el que llega no es el Tlatoani, sino un mero administrador más (como el gerente de un Oxxo), seguirá este sin sentido. O hasta que alguien tenga el valor de usar la vía legal para evitar esta clara muestra de incompetencia presupuestal.
Es decir, mejor esperamos sentados.
Alma Acosta | Abogada
En mi opinión es un tema delicado, pues por un lado, cada gasto está previsto y para eso se realiza el Presupuesto de Egresos; sin embargo, creo que el que los Municipios estén solicitando adelantos de recursos de manera indiscriminada, puede llegar a convertirse en un abuso, pues desconozco el mecanismo de control de dichos gastos, pero en teoría debería estar completamente respaldado y justificado; sin embargo, me parece que en muchas ocasiones se desvirtúa esta posibilidad y se hace uso de la misma de manera excesiva.
Independientemente del tópico de hoy, considero que en múltiples ocasiones se realizan gastos que aunque materialmente estén justificados, en la praxis pueden llegar a ser innecesarios y sería más conveniente que dichos egresos se encausaran atendiendo al mayor bienestar común, de acuerdo a las necesidades sociales.
Enrique Paniagua | Creativo
Había otra vez en un reino no tan lejano, un rey lleno de excesos, muchos príncipes ávidos de riqueza, un dragón que supuestamente hacía justicia y un pueblo. Cumpliendo sus roles, todos, aparentemente, vivían felices, menos el pueblo que siempre era omitido en este tipo de historias por su falta de glamour. Hasta que un buen día el pueblo, decidió levantarse para no caer jamás, desarmaron al dragón, pusieron a trabajar a los príncipes y le cortaron la cabeza al rey.
Después se dedicaron a sembrar, ya sin el yugo del rey y con nuevos príncipes mestizos, comenzaron a olvidar poco a poco el fuego del dragón, conociendo así por fin la mentada felicidad.
Yo digo que por las noches, a veces y en la espera del hada madrina, me gusta ponerme creativo e inventar cuentos para dormir. Y por supuesto me gustan aquellas historias que tienen final feliz, me hacen despertar de buen humor, para poder seguir viviendo la realidad en donde el rey es un tirano, los príncipes siguen pidiendo prestado, el dragón sigue quemando la justicia y el pueblo sigue igual.