Esta semana un proveedor de servicios me hizo llegar un documento que implica responsabilidad para él y que, por lo tanto, en situaciones normales me tendría que cobrar.
“Este documento que tiene responsabilidad, no se cobrará……..APOYA A UN AMIGO……..”, se leía en el mensaje de mi roveedor.
El gesto, además de agradecerse, me hizo reflexionar sobre la necesidad de ser solidarios en este periodo que atravesamos, no sólo en México, sino en el mundo.
La acción de mi proveedor fue solidaria, espontánea e inspiradora y me hizo recordar la película ‘Cadena de Favores’, dirigida por Mimi Leder y estrenada en 2001; se trata de una comedia dramática, romántica, que protagonizan Haley Joel Osment, Helen Hunt y Kevin Spacey.
En un breve resumen de la historia de este filme, les puedo decir, a quiénes no las han visto, Eugene Simonet (Kevin Spacey), un profesor de física concientizado con las labores sociales, reta a sus alumnos a encontrar una solución para mejorar el mundo.
Ante esta encomienda, el estudiante Trevor McKinney (Haley Joel Osment, A.I. Inteligencia Artificial), un niño de doce años más maduro y sensible que el resto de sus compañeros, enseguida se involucra en la tarea, ideando un sistema que motiva la felicidad colectiva: Cada persona debe hacer un favor a tres personas con la condición de que éstas, a su vez, ayuden a otras tres, y así sucesivamente.
El plan, que involucra actos de bondad al azar, se acabará convirtiendo en la solución definitiva que buscaba Eugene, quien, sin quererlo, se convertirá en objeto de esa cadena de favores.
La trama del filme, aderezada con tintes dramáticos que desnudan parte de los problemas de la sociedad actual (violencia familiar, bullying, alcoholismo, sólo por mencionar algunos), nos muestra cómo una sociedad enferma y llena de problemas y prejuicios, puede, con un simple gesto de bondad y solidaridad, comenzar a cambiar; tocar a las personas para cambiarlas y mejorar sus entornos.
Ese fue el efecto que tuvo el gesto de Roberto, el proveedor de servicios, en un servidor y como el de él, he conocido de otros muchos que se han presentado.
Por qué no buscar a un adulto mayor que vive solo y que ante esta emergencia sanitaria se encuentra aislado; por qué no comprarle una despensa.
¿Recuerda a la persona que le lava el auto? ¿Por qué no pagarle, si está en sus posibilidades, dos o tres lavadas por adelantado?
O, ¿Qué tal que a quien le da mantenimiento a su jardín o a quien le ayuda en la limpieza de su casa, le pagamos por adelantado y le decimos que no hace falta que los haga? El jardín lo puede arreglar usted, la limpieza de la casa la podemos hacer entre todos los de la familia.
Por mi parte, me he dado a la tarea de replicar ese gesto; sin embargo, más allá de lo que un servidor haya o no hecho, a partir de recibir el mensaje de mi proveedor, el objetivo de este espacio es el de invitar a quienes me leen a sumarse a una cadena de ayuda, ayudemos a uno, a dos, a tres personas, no necesariamente pueden ser nuestros amigos, pueden ser familiares o incluso perfectos desconocidos.
Hagamos favores, por muy pequeños que sean, pueden cambiar el día de alguien. Hagamos la diferencia. Digo.
El último párrafo. “O sea que nos vino esto, ¡como anillo al dedo, para afianzar! Esa fue la frase de Andrés Manuel López Obrador respecto de la crisis que atraviesa el mundo y, por lo tanto, el país con el COVID-19. Lo dije la semana pasada y lo repito. ¡Qué pena! De verdad, ¡Qué pinche pena! Les digo.
Quejas, dudas y comentarios: @Paniagua_Fdo