Chicago, IL.- Desde aquí me sumo a la jornada nacional de protesta por el asesinato del periodista Javier Valdez, ocurrida hace un año en su natal Culiacán, Sinaloa, a manos del narcotráfico.
El gran cronista de la violencia entre los cárteles de la droga fue ultimado el 15 de mayo del 2017 cuando salía del semanario Río Doce; un pistolero le disparó 12 balazos para asegurar el silencio perpetuo del comunicador.
A las autoridades les tomó casi un año capturar a uno de los presuntos asesinos del sinaloense. El fiscal para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, Ricardo Sánchez, confirmó en los últimos días de abril la detención de Heriberto “N”, alias El Koala, de 26 años e integrante de un grupo de narcotraficantes. El apellido del arrestado no fue proporcionado, ni tampoco a qué organización criminal pertenece.
Como siempre la opacidad presente en las acciones gubernamentales, aderezadas con un “no me importa” lo que pase a los periodistas, especialmente aquellos que sacan a la luz todas las transas oficiales, la ineficacia, incompetencia, improvisación y corrupción de los funcionarios públicos.
La triste conclusión es que en México las autoridades no tienen el mínimo interés en resolver los homicidios de periodistas, porque va en contra de la transparencia, que siempre saca a relucir el lucro y desviación de las arcas públicas, además de la colusión con la criminalidad.
Javier Valdez era una pluma muy incómoda para muchos de los actores en ambos bandos del espectro. Al final desconocemos si el crimen organizado simplemente fue el ejecutor de una orden derivada de los intereses oficiales. La idea no es descabellada dados los antecedentes en otros asesinatos de comunicadores.
Los ataques contra periodistas son agresiones directas contra la libertad de expresión y, por ende, acaban siendo asaltos directos contra la población, contra su derecho a la información. El asesinato impune de los periodistas es un atentado contra la nación entera. Los únicos beneficiados son el crimen organizado y los gobernantes ladrones que son cómplices de esos criminales. ¿Así o más claro?