La palabra de moda en este sexenio, la palabra favorita de ya saben quién, el mandato implacable de quien le gusta imponer su voluntad por sobre todas las cosas.
Que el presidente de cualquier nación tenga dentro del repertorio de su vocabulario público la palabra “carajo”, habla mucho de sí mismo.
Ese tipo de lenguaje es coloquial, para la gente común y corriente como nosotros en público y en privado, ¿Pero un presidente?, en fin.
Se defiende diciendo que la palabra “carajo”, no es grosería e incluso invita a quien así lo desee, a buscar la definición en términos marinos.
“Dije la vez pasada que ‘al carajo’ y piensan que es una grosería, los marinos saben qué es el carajo, que se vayan al carajo, nada más que hay que buscarlo en el diccionario, pero sí al carajo con todo esto”, dijo.
Y claro que la buscamos en términos marinos, porque si la buscamos, de acuerdo con la Real Academia Española, la primera definición de “carajo” es miembro viril
Pero la definición “marina” a la que alude es la siguiente.
“El “CARAJO”, dada su ubicación en lo alto del mástil, era un lugar inestable donde se manifestaban con mayor intensidad los balances y cabezadas del barco. Cuando un marinero cometía una falta se le mandaba al “Carajo” en señal de castigo (o se le trincaba al palo mayor)”.
Coincido, no es grosería como tal, es un modo de vida.
Tal cual, ese es el lenguaje de quien hoy representa a todos los mexicanos y que fue elegido, mantenido, adorado y venerado por poco menos de un cuarto de la población.
Presentando las definiciones, que no son ni chairas ni fifís, de lo que quiere decir “carajo”, podemos entender mucho de lo que sucede con esta #4T, un presidente al que no le importan las mujeres, un presidente autoritario y a quien le gusta ser admirado y venerado.
Un presidente obsesionado con el carajo. Sin duda.
Todo lo hace en su nombre.
Primero la frase que lo hizo tristemente célebre, pero también le ganó popularidad entre sus seguidores, cuando mandó al diablo las instituciones y de ahí ha mandado allá donde le gusta, al carajo, incluso a quienes lo apoyaron a llegar donde está.
AMLO ha mandado al carajo a las instituciones, a quienes critican su plan de traer médicos cubanos, ha mandado al carajo a la UNAM, al CIDE, al Instituto Nacional Electoral, al CJNG, (si por que los otros andan como por su casa ¿quién sabe por qué?), a los normalistas, a los familiares de desaparecidos, a la cultura, a la selva, a sus paisanos que inundó… y un largo, larguísimo etcétera.
A esa lista se agregaron los trabajadores petroleros de la República Mexicana, así es, nada más y nada menos que a los seres humanos que con su trabajo diario sostienen la economía de este país, nos guste o no aceptarlo.
Y ojo aquí pues se supone que Pemex es la empresa insignia de su movimiento y se desgarra la carne para proclamarse como digno heredero del “Tata” Cárdenas.
¿Por qué manda AMLO al carajo a los petroleros?
Primero, porque es su modo de vida, sobre todo cuando las cosas no salen como a él le gustan, segundo porque muestra un grado de ignorancia tal del sector de los hidrocarburos del tamaño de “sacar petróleo no requiere mayor ciencia… es como con un popote”.
Así es, del creador de esa frase tan “caraja” viene con el cuento de que “trabajadores de Pemex cerraron una válvula” y remata diciendo que “Ya denunciamos a la Fiscalía”.
Y todo por los cuentos chinos que le susurra en el oído su compadre e ingeniero agrónomo favorito, Octavio Romero Oropeza, quien lo convenció de que si el petróleo se saca por popote, para boicotear la extracción se cierra una llave. Así de genios.
Los petroleros han salido a las calles a manifestarse, a plantarse afuera de las oficinas de Pemex y lograron avances en el respeto a sus derechos y en la obtención de plazas para transitorios.
Lo que sí está claro es que los trabajadores ya están cansados de las pésimas condiciones en las que tienen que desarrollar sus actividades laborales de alto riesgo, que es un pliego petitorio, los puntos a mejorar o cambiar suman más de 5 mil.
También es un hecho que la los petroleros se les persigue, se les intimida y ahora con la fuerza de la Fiscalía. Nunca se había visto esto antes.
Detrás de “cerrar la válvula” existe un intento desesperado por cubrir la ineptitud y la insolvencia de la directiva de Pemex encabezada por Octavio Romero Oropeza, pues en voz propia de los trabajadores, “esta mala gestión está convirtiendo (a Pemex) en una industria de peligro y eso es inadmisible”.
¿De verdad López quiere mandar al carajo a los petroleros?
Sin romanticismos, el sector petrolero en México, representa el 15 por ciento del gasto público, más del 90% de la energía que consumimos y mucha de la estabilidad que hay en el país, que hoy pende de un hilo.
Aquí no hay escapatoria, López, al decir “al carajo” exhibe su talante autoritario y se muestra como ignorante (por no saber lo que dice), vulgar (por las expresiones que usa de forma cotidiana) o perverso, pues sabe perfectamente lo que dice y hace, siempre guiado por lo que más le gusta, el carajo.
Ignorante, vulgar o perverso, las tres son muy peligrosas.
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero