Como lo hemos sabido, prácticamente desde la primaria, el gobierno de México se conforma con la interacción e independencia de los poderes Ejecutivo, encabezado por el Presidente, Legislativo, por los congresos y judicial, por jueces y magistrados.
“Procedimiento de ordenación del poder de autoridad que busca el equilibrio y armonía de fuerzas mediante una serie de pesos y contrapesos. La división tradicional se ha basado en la existencia de tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que se justifican por necesidades funcionales y de mutuo control”, tan simple o complicado como eso.
El Ejecutivo y el Legislativo, digamos representados de forma física, tenían espacios donde convergían y pasaba de todo, desde besamanos, callejón de aplausos porras y vítores hacia la figura presidencial, hasta momentos realmente bochornosos, incómodos, donde la figura presidencial salió algo raspada (el grito de espurio a Calderón y las pancartas e increpaciones a Peña).
Esos encuentros se dan (o se daban) en ocasiones muy específicas como informes de Gobierno, entrega de banda presidencial y a la entrega de la medalla “Belisario Domínguez”.
Dicha presea se crea para “premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad.»
Belisario Domínguez, un liberal en toda la extensión de la palabra, un gran legislador, crítico implacable de la dictadura Huertista, acción por la que a la postre sería asesinado por los esbirros de “la cucaracha”, Victoriano Huerta.
La muerte de Belisario Domínguez no sólo contribuyó a la caída del régimen de Huerta, sino como un recordatorio para defender la libertad de expresión, así como defender la democracia.
Recomiendo la lectura de sus discursos censurados por el régimen de la época. Un gran personaje.
Cuento todo lo anterior porque al presidente López, en una más de sus argucias, decidió no asistir al recinto Legislativo a entregar la medalla a Ifigenia Martínez, porque de da “quiqui” la Senadora Lili Téllez y pues, ustedes saben, el paladín de la investidura presidencial, dijo que no va y que no va… porque le dijo que era “El violador serial de la Constitución”.
El tweet de la Senadora Téllez o la convocatoria abierta a atentar contra la investidura del señor López, fue éste:
“El señor presidente López Obrador… vendrá al senado la próxima semana; es preciso hacerle frente”.
Eso fue más que suficiente para que López deje plantada, como buen caballero que es, a la maestra Ifigenia Martínez y evite ser confrontado en un recinto donde sus huestes no son mayoría, hasta por no salir en la foto con Ricardo Monreal, como ya lo hace en campaña con su corcholata favorita Claudia Sheinbaum.
Este mensaje le costó a Téllez una carretada de amenazas a ella, a su familia por parte de fanáticos y “bots” de régimen.
Y, pues de acuerdo con expertos en leyes, con la ausencia del presidente, no se puede llevar a cabo la entrega formal de la presea. De ese tamaño es ahora el Ejecutivo, chiquito, escondido bajo el manto protector (pero muy endeble) de la investidura presidencial.
Le recordamos a López que las “investiduras” de Calderón y Peña Nieto salieron valpuleadas todas las veces que acudían al recinto.
Recordemos cuando Layda Sansores le regaló a Peña el libro “La Casa Blanca”, junto con una carta en la que le pedía que renunciara.
“Usted nos deja un legado de corrupción e impunidad señor Presidente”, encaró Layda a Peña.
Y éste a su vez, le recibió sus “regalos” sonriendo y respondió “se los recibo con mucho gusto, senadora”.
Si fuera otro presidente le compramos el choro de la investidura, pero también es cierto que los Senadores tienen ese mismo halo y nomás no lo respetan, transformándose, a veces en burdas versiones de sí mismos, dignas de las películas de Capulina contra los zombis.
El presidente no va y sus razones tendrá, aquí hemos expuesto algunas, ¿No va porque realmente tiene miedo del escenario? O no va porque no hay debate, no hay sustancia y quiere evitar la fatiga de enfrentar la burla y el insulto fácil como sus predecesores. Es miedo o desprecio, no hay de otra.
Así como, por ejemplo, el “performance” de regalar un detector de mentiras al Secretario de Gobernación, wow, nuestros senadores, tan lejos de Don Belisario y tan cerca de Eugenio Derbez.
De cualquier forma, el comportamiento de los senadores de oposición deja mucho que desear y las maromas del presidente para enfrentar situaciones adversas, un día se le van a acabar.
Hoy el presidente sólo se reúne con legisladores de su partido, es decir con puro empleado y aplaudidor de su régimen.
Hoy deja claro y se tiene que tragar el sapo de saber que sus antecesores, Calderón y Peña, en contextos más adversos, acudieron y cumplieron con su deber, sabiendo a lo que se enfrentaban y nunca rehuyeron a sus responsabilidades.
López ha hecho de la maroma, su forma de gobierno y la oposición no ha sido más que un show cómico-mágico-musical.
Y como le dijeron por ahí al Presidente, hablando en sus términos, que “Al buen pitcher, nunca le roban el home”. O será que ni a relevista lleguen…
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero