Ha pasado un año ya de que la Ciudad de México viviera una de las tragedias más grandes de su historia reciente, un sismo de 7.1 grados en la escala de Richter sacudió algo más que la tierra en esos días.
Nuevamente la solidaridad desbordada de los mexicanos estuvo presente, para acomodarse en un cardumen de unidad ante la tragedia. Una solidaridad genuina, auténtica.
Según cifras oficiales, 369 personas murieron a consecuencia del sismo del 19 de septiembre, la Ciudad de México fue la más afectada: 228 víctimas mortales.
Y si agregamos las víctimas del sismo del 7 de septiembre de 2017 (102), el saldo en el país fue de 471 personas fallecidas.
De ahí los daños estructurales en las viviendas, 5 mil 765 con daños y el 40 por ciento que sufrieron pérdida total, el resto solo daños parciales.
El resultado: más de 250 mil personas se quedaran sin hogar y hoy están en situación de pobreza patrimonial.
El mundo reaccionó y según información del sitio Transparencia Presupuestaria, México recibió ayuda por 2.6 millones de dólares, 550 mil dólares canadienses y 10 mil euros, de ocho países: Vaticano, Canadá, China, Corea, Andorra, Francia, Estados Unidos y Taiwán.
También hubo ayuda en especie y en apoyo técnico de 24 países, entre ellos Alemania, Japón y Suiza, además, según la Secretaría de Relaciones Exteriores, organizaciones de Alemania, Canadá, Chile, Emiratos Árabes Unidos, España, Francia, Guatemala, República de Corea y Turquía, operaron de manera independiente al Gobierno Federal. La ONU y la Unión Europea enviaron apoyo técnico y logístico.
Recursos que hoy, a un año de la tragedia no han llegado a donde tenían que llegar y hay informaciones sobre donativos locales y foráneos que simplemente “no aparecen”.
Este sismo, también cimbró a la clase política que permaneció inmóvil, inoperante ente la magnitud de la tragedia.
Todo esto generó una crítica social al sistema de partidos, principalmente a los generosos recursos públicos para financiarlos.
Así, una sociedad que se unió de forma espontánea a ayudar a su gente, de la emoción, pasó a la amarga realidad para darse cuenta que las grietas de la propia sociedad y de su propio gobierno, ahí seguían.
Tras el golpe de tragedia, ésta busca responsables, el gobierno no solo es rebasado por la tragedia, sino por su propia inoperancia y se desenmascara como culpable de la desgracia.
A un año de la tragedia, el camino largo de la reconstrucción de hogares, de vida y espero de conciencias, sigue.
Hoy quiero reconocer a esos héroes anónimos (y con nombre) que salieron a las calles aquel 19 de septiembre a dar sus manos y sus herramientas para salvar la vida de sus semejantes. Los habitantes de la CDMX lo vivimos en carne propia. Nunca se olvidarán ni ellos ni las víctimas. Aún hoy hay hermanos mexicanos que no tiene casa, llevan un año viviendo en la calle, lo perdieron todo. La ayuda se sigue necesitando. No olvidemos a héroes y víctimas, mucho menos a los victimarios.
La memoria es del único lugar del que nunca seremos exiliados.
Tiempo al tiempo
@hecguerrero