La noticia en verdad me dio pena ajena, sobre todo cuando mi hijo me preguntó por qué en México están discriminando y agrediendo a los trabajadores de la salud en medio de la pandemia mundial del coronavirus.
Inicialmente no supe qué responderle, sobre todo cuando comentó que aquí en los Estados Unidos a las enfermeras y médicos se les considera héroes por estar en la primera línea del combate contra el Covid-19.
No encuentro ningún razonamiento lógico para justificar el desprecio contra profesionales que exponen sus vidas para atender a pacientes infectados por el coronavirus. La única respuesta para esta actitud es la ignorancia.
¿Sabe usted a cuántos patógenos están expuestos los médicos y enfermeras en su diario quehacer, incluso antes de la actual pandemia? ¿Cuántos casos de contagio de enfermedades pueden ser atribuidos directamente a los trabajadores de la salud?
Asumir que son portadores del coronavirus por su estancia en hospitales es una barrabasada. Estos profesionales saben desinfectarse al terminar su jornada por su propio bien y el de sus familias. Igual que todos nosotros, no quieren infectar a sus seres queridos y por ello toman sus precauciones.
En la presente crisis de salud pública, el aislamiento de los enfermos con coronavirus en los Estados Unidos es total, no tienen visitas, están en cuartos con presión invertida y solamente tienen contacto con los médicos y enfermeras que buscan su recuperación.
Pero miles de pacientes con Covid-19 han sucumbido en los centros hospitalarios. Han partido solos sin la compañía de sus seres queridos, mientras que el personal médico ha tenido que utilizar sus celulares para ofrecerles videollamadas que les permitan despedirse de sus familiares.
Las historias de los profesionales de la salud sobre cómo han tratado de aliviar los últimos momentos de vida de estos enfermos son impresionantes y conmovedoras. Son verdaderos héroes que están a la palestra de la pandemia.
En vez de agredirlos y discriminarlos, la ciudadanía y empresarios se han organizado para recolectar fondos que permitan llevarles alimentos gratuitos a sus centros de trabajo mientras laboran largas jornadas tratando de salvar a los contagiados con Covid-19.
Y por supuesto también hay historias de sobrevivencia, con miles de pacientes que logran recuperarse y son dados de alta entre aplausos de los médicos y enfermeras que estuvieron a su lado en la lucha contra el coronavirus.
Pero el feliz desenlace se atribuye directamente a los trabajadores de la salud, cuya dedicación y compromiso son fundamentales para que muchos logren vencer a la pandemia.
Después de leer varios reportes de agresiones y discriminación contra estos profesionales en México, los afectados coinciden en que, a pesar de todo, no dudarían ni un segundo en atender a cualquiera que los haya increpado si termina bajo su cuidado.
Ojalá que esos ignorantes que agreden a los médicos y enfermeras mexicanos, no terminen postrados en un hospital infectados con coronavirus, suplicando un último enlace telefónico con sus seres queridos.