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Pole Dance: el equilibrio en la vida

«Ellos son así » o «Uno debe luchar por mantener la familia unida» son un par de frases que en repetidas ocasiones Gabi escuchó para justificar circunstancias de represión o sumisión, que, sin duda, eran perfectos ejemplos de violencia psicológica; sin embargo, ella hoy  es una mujer plena, que toma decisiones por sí misma, que sabe bien lo que quiere y lo que no, que brilla con luz propia y que antepone su bienestar buscando siempre su felicidad, de la que culpa en gran medida y sin empacho a una sola persona: Judith Luna o como es conocida por sus pupilas, «Miss Moon» y sus clases de Pole Dance.

Judith comenzó a mostrar destellos de lo que hoy sería su vida, a la corta edad de 11 años, cuando sus aptitudes la llevaron por disciplinas como el ballet clásico, teatro, canto y danza, y todo haría convergencia en la actividad que ha definido el rumbo de su vida y por lo que hoy, tras una sólida trayectoria en escenarios, nos cuenta.

«El destino te empieza a llevar, tengo ya 26 años de maestra de danza, complementándolo con baile moderno, jazz clásico y el modelaje, lo que me permitió tener desde hace doce años, el primer pole dance de la ciudad, comenzando únicamente con un palo de escoba, ideando coreografías propias y compartiéndolas con mis alumnas, hasta que un día dije, ¡ya! ¡Quiero un tubo!”, aceptando con esto la nada fácil tarea de adoptar una disciplina nada bien vista por una sociedad como la nuestra.

TERAPIAS EN TUBO

Amor y disciplina son algunos de los ingredientes que Judith apunta en la lista de la receta del éxito que ha alcanzado desde aquel entonces hasta ahora; sin embargo, muchas de sus alumnas consideran que el rol terapéutico que Miss Moon ha tenido en sus vidas es su principal cualidad.

«El baile y el modelaje me han ayudado a hacer crecer e inspirar a mis alumnas, yo me quiero y me gusto mucho y lo quiero expresar a través del realce de mi feminidad, y quisiera que todas las mujeres expresaran lo mismo, aunque, realmente no hay una formula, no existe el 1-2-3,cada persona es distinta, puede llegar la niña muy guapa que no se la cree o puede llegar la señora que el marido la trata muy mal, o la que dice estoy gordita y no quiere ni verse en el espejo; y mi trabajo es que se acepten como son, la idea es que a través de sus logros en el baile se vaya revalorizando y vean de lo que son capaces» relata Judith, quien además asegura que lo más importante es que las personas estén dispuestas a hacer un cambio en su vida.

A pesar de esto, Judith considera que jamás ha sido su intención hacerla de psicólogo, pero cree firmemente en transmitir la felicidad que bailar le hace sentir.

«A mí bailar, me ayuda todo el tiempo, me siento feliz, plena, y muy segura de mí misma y de lo que hago y creo que mi filosofía de vida en la danza me ha enseñado a ser una buena persona».

EL POLE DANCE EN QUERÉTARO

A pesar de la popularidad creciente del Pole, personas como Judith consideran que aún no se rompen los prejuicios sobre el mismo, la gente aún habla de la actividad con cierto recelo y los avances no han sido significativos, aunque sí considerables; pero lo importante es lograr que la mujer se vea y se sienta más bonita y bajo esta premisa las malas interpretaciones vendrán siempre y solamente de aquellas personas que no tengan la capacidad de quererse a sí mismas, asegura Judith.

Redacción El Queretano

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