Se conoce a Querétaro por ser cuna de la independencia de México. Sus calles y casonas, guardan en sus muros algunos de los hechos históricos más importantes de nuestro país; el trazo serpenteante de sus calles y la arquitectura colonial de su centro histórico, vieron nacer la idea de una nación independiente.
A continuación, una ruta por el Querétaro conspirador, las casas que dieron alojo al movimiento intelectual de la lucha armada.
Casa del Presbítero José María Sánchez
(Academia Literaria, hoy calle Luis Pasteur)
Durante la primera década del siglo XIX, el presbítero católico José María Sánchez, fundó la academia literaria en la casa donde vivía, propiedad del Lic. Juan Napomuceno Mier y Altamirano.
Este lugar, fue uno de los primeros en ver reunidos como invitados a las ‘tertulias literarias’ a los militares Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo y Joaquín Arias, los abogados Lorenzo de la Parra y Manuel Ramírez de Arellano, además del Corregidor, Miguel Domínguez y su esposa, Josefa Ortiz de Domínguez, además del cura Miguel Hidalgo y Costilla. También pisaron esta casa, Manuel Mariano Iturriaga de Aizaga, Mariano Galván, Francisco Araujo y el capitán José Arias, quienes son señalados como los responsables de delatar el movimiento.
Pronto surgiría la idea de una rebelión y la organización de un movimiento independentista.
Casa del Corregidor, Miguel Domínguez (Actual casa de gobierno).
Las reuniones literarias en algunas ocasiones y dependiendo de la importancia de los temas se trasladaban a la casa del mismo Corregidor de la Ciudad, Don Miguel Domínguez, ahí se fraguó la idea de tomar el poder de la Nueva España a nombre de Fernando VII. Sin embargo, los rumores de una conspiración independentista en Querétaro empezaron a correr y la fue enviada a la ciudad un Batallón Urbano para vigilar la seguridad.
El militar, Joaquín Arias en quien los conspiradores habían confiado la tarea de iniciar el movimiento independentista en Querétaro y el empleado de la oficina de Correos, Mariano Galván quien también participaba en las reuniones y había logrado ganarse la confianza de sus integrantes, traicionaron la causa y denunciaron el movimiento ante las autoridades de la corona.
El 13 de septiembre, el Corregidor fue interrogado y obligado a dirigir cateos en las casas señaladas por los delatores, sin embargo, su nombre no fue parte de la lista de conspiradores que fueron delatados; para proteger a su esposa, Josefa, ordenó que fuera encerrada bajo llave en uno de los cuartos de su casa, lo que dio pie a una de las acciones que marcaron el rumbo de la independencia: Con el tacón de su bota, golpeó el piso de la habitación que definía su encierro, el cual fue advertido por el Alcalde Ignacio Pérez. Así lograron dar aviso a Hidalgo y Allende.
Casa de los hermanos Epigmenio y Emeterio González. (Actual calle 16 de Septiembre)
Dueños de una tienda de abarrotes en la Plaza de San Francisco, (la cual fue demolida años más tarde para trazar la calle de independencia) ofrecieron su casa para almacenar municiones y armamento que sería destinado para la lucha de independencia, y tras su detención fueron enviados a prisión en la Ciudad de México, donde falleció Emeterio; tras la consumación de la independencia, Epigmenio González permaneció en Filipinas y no regresó a México sino hasta 1836, ya muy enfermo y como un completo desconocido, por lo que apenas pudo contar su historia que fue reconocida mucho tiempo después.
“Al llegar a la casa de González ordenó que se llamase fuertemente a la puerta, procurando así a aquél la oportunidad de evadirse por las casas contiguas; pero el malicioso escribano observó que antes de llamar era conveniente que se situase parte de la tropa en las azoteas vecinas, y como el corregidor estaba condenado a no inspirar sospechas, so pena de perderse él y sus amigos, dispúsolo así y luego entró en la casa seguido de su tropa. Como a primera vista nada alarmante se ofrecía, disponíase ya el corregidor a dar por terminado el cateo; pero su acompañante insistió en que se recorriera escrupulosamente toda la habitación, descubriéndose en dos de sus piezas, gran cantidad de cartuchos, municiones y cabos para lanzas. Preciso fue entonces al corregidor prender a Epigmenio González, al hermano de éste y a los demás habitantes de la casa”. Enciclopedia, “México a través de los siglos”.