Roberto González, actual director del Museo de Arte de Querétaro, se ha convertido en los últimos 30 años, en un importante promotor de la cultura local.
A diferencia de muchos artistas o personalidades dedicadas al mundo del arte, Roberto González no tuvo un momento específico en su vida en el que decidiera encaminarse a esta área. Para él, estar inmerso fue algo natural que lo fue llevando poco a poco desde su infancia.
Dio pie al ámbito profesional en 1984, cuando durante su preparación como restaurador realizó sus prácticas profesionales en el Museo Regional. A partir de ese momento, sin darse cuenta comenzó a ser pieza fundamental de la historia del arte queretano.
Al concluir su etapa de practicante, fue invitado para quedarse laborando en el Museo; a la par el entonces rector de la UAQ, Braulio Guerra, le propuso el proyecto de fundar la carrera de restauración para la Escuela de Bellas Artes.
En 1988, fue parte de un acontecimiento destacado para los queretanos, la inauguración del Museo de Arte de Querétaro (MAQRO), un espacio mágico en las instalaciones del claustro del ex convento de San Agustín, el cual cuenta con quince salas de exposición en las que se alojan piezas pictóricas y escultóricas de artistas nacionales e internacionales.
Seis años más tarde, y como resultado de su arduo trabajo, fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes, en la que desde el primer momento revolucionó, pulió y estructuró cada detalle.
“Para ese tiempo se entendía que el arte y la pintura eran distracciones, los que querían estudiar en forma lo hacían a través de talleres libres. Lo que buscábamos era más rigor académico”, comentó
Nuevas posibilidades surgieron, maestros con preparación profesional pisaron las instalaciones para impartir clases en diferentes áreas como danza contemporánea, canto, teatro y composición.
Destacó la creación del diplomado en dirección musical impartido por Sergio Cárdenas, del que surgieron personalidades como Jesús Almanza, actual director del Coro y Camerata Santiago de Querétaro, y quien fungió hace un par de meses como director huésped de la OFEQ.
“Implementamos cambios en una ciudad que todavía no creía mucho en el arte; sin embargo, superamos todos esos retos de pensamientos positivistas y más tecnocráticos que no le tenían confianza al arte”, dijo
Uno de sus logros más grandes, fue convertir a la Escuela de Bellas Artes en Facultad, así como incorporar un posgrado de Arte Moderno y Contemporáneo. También abrió las puertas de la galería universitaria, con la intención de que alumnos, como Eric de Luna, tuvieran la oportunidad de tener exposiciones individuales.
“Siempre he dado clases, haga lo que haga, tengo el proyecto de ser profesor. Me llama este fenómeno de compartir y transmitir lo que has pensado, lo que has estudiado, leído. Me parece que ese es el camino, transmitir a las nuevas generaciones, eso siempre ayuda al crecimiento de la sociedad”, explicó
En el 2015 regresó a uno de sus primeros recintos, el Museo de Arte de Querétaro, el cual encabeza como director con la visión que lo caracteriza: impulsar a los artistas locales dentro y fuera de la ciudad.
“La evolución que ha tenido es bastante potente y creo que es en función de que la gente joven se puso las pilas para trabajar en lo que le gustaba, y sobre todo la facultad pudo dar una confianza en cuanto a los artistas como el propio Carbonell”, concluyó.