Banorte ajusta sus procesos para hacerlos accesibles
Tengo 26 años, parálisis cerebral severa y mi primer empleo.
Finalmente pude darme de alta ante el SAT (puedes recordarlo en Así fue mi odisea dentro del SAT) y obtuve mi firma electrónica para poder emitir facturas por mis servicios.
Ahora necesitaba una cuenta bancaria. Anteriormente tenía una, que supongo estaba detenida por inactividad, y fuí al banco para actualizar mis datos y dar de alta la app para hacer movimientos.
La misma historia. Por inconvenientes técnicos (mi lesión cerebral me imposibilita firmar de manera autógrafa y autónoma), me ofrecieron la opción de que OTRA PERSONA firmara por mí, previo documento notariado.
Anulando mi capacidad de responsiva y violando mis derechos, pues en mi certificado de discapacidad, dice claramente que ésta es motora, no intelectual.
Decidí buscar otras opciones y encontré una que resultó excelente y accesible a mis necesidades y circunstancias.
Yo creo que los directivos de Banorte se pusieron las pilas y realizaron las adecuaciones necesarias para convertir en SÍ, un NO.
Justamente ese tipo de visión de quienes ven en un problema o una traba, un área de oportunidad para hacer las cosas de forma diferente, mejorar, y hasta ponerse a la vanguardia sobre otros.
Hicimos una cita vía telefónica, lo cual ya es una ventaja.
Esta vez no hubo que esperar por largo rato un camión de rampa o un Uber que no nos cancelara, o tal vez tiempos de espera largos después de tomar una ficha en el banco.
En un par de días, llegaron hasta MI CASA, tanto el gerente de la sucursal más cercana a mi domicilio como el ejecutivo de cuentas. Eduardo y Eduardo. Jóvenes. De mente abierta. Empáticos y profesionalmente serviciales.
Se dirigieron directamente a mí sin subestimarme, me dieron opciones de productos, me asesoraron y explicaron sobre el que finalmente elegí.
Y procedieron al trámite. Una cosa importante: debido a mi espasticidad (rigidez en el cuerpo) y a mis movimientos involuntarios, me resulta muy difícil extender mi brazo y colocar mis dedos (y mantenerlos derechitos y con cierta presión) sobre el lector de huellas dactilares.
Me ha ocurrido en otras dependencias.
Pero esta vez no fue así. Ellos traían un sistema súper novedoso para mí: con un lector de huellas conectado a una tablet. Y lo mejor: el lector era pequeño y portátil.
Así, en lugar de que yo estirara mi mano, el dispositivo (que era un pequeño cuadrito para capturar la huella de un solo dedo) se podía acercar hacia cada uno de mis dedos sin problema.
Sería excelente que otras dependencias tuvieran este tipo de dispositivos.
Para Banorte mi huella es tan válida como una firma. Sin problema.
Así que, apoyado con un roll-on de tinta, la plasmé en cada hoja de mi contrato.
También me apoyaron en todo lo que se refiere a la instalación y uso de la aplicación de banca en línea. Quedé gratamente sorprendido.
¿Te imaginas una institución bancaria que vaya hasta tu casa si así lo solicitas?
¿Y que sea realmente incluyente y además con tecnología de accesibilidad universal?
Definitivamente, y lo digo de nuevo, valoro mi presente.
Me siento afortunado de vivir en este tiempo. Y ser testigo de estos avances en materia de inclusión y accesibilidad.
Por supuesto, la inclusión financiera también es importante y no debería de excluir a las personas con discapacidad.
Aplaudo la iniciativa y buena disposición de esta empresa para construir entornos y procesos accesibles.
Esta institución es orgullosamente mexicana y así lo dio a conocer a sus colaboradores -y a mí me autorizó a compartirlo con ustedes-.
Este es un gran logro en mi vida y puede hacer la diferencia en otras personas con discapacidad.
Con información de Yo También.