Nuestra capital, se ha destacado hasta ahora, por es una ciudad con comunidad, en donde podemos encontrar un sinfín de cosas por hacer, tanto para estar solo y disfrutar de una buena lectura en alguno de sus parques o jardines, como para una buena comida en compañía de pareja o familia en alguno de sus restaurantes y plazas; una ciudad con mucha cultura en la que sin duda, solo basta con afinar los sentidos y encontraras en cada esquina algo con lo que deleitarlos, para ejemplo el andador Francisco I. Madero.
Artesanos que crean pequeñas figuritas de limpiapipas, cantantes de ópera, pintores y hasta actores improvisados que cuentan con añoranza su pasar por la historia queretana con algunos destellos de locura, llenan de colorido nuestras calles del centro histórico, enmarcadas por los cálidos atardeceres que evocan a un estado de tranquilidad, que, pudiendo no ser mejor, un alegre saxofón frente a la histórica fuente de Neptuno de Tresguerras, logra ponerle la cereza al pastel.
Pasión heredada
“Cuando joven tuve la oportunidad de aprender varios instrumentos, pero mi pasión por el saxofón era mucha. Mi padre, que era saxofonista me enseñó a contar historias a través de sus notas, así que preferí serle fiel desde niño, terminé mis estudios en contaduría, pero honestamente jamás ejercí, siempre me dediqué a la música” nos cuenta el jovial saxofonista que lleva por nombre Macario, entre sonrisas y ataviado con unos enormes lentes negros debido a una reciente operación en los ojos, situación que lo tuvo un par de meses distante de esto que además de ser su pasión, es su modo de vida.
El saxofón como instrumento tuvo en sus orígenes algunas dificultades para su aceptación, fue inventado por allá de 1840 por Adolphe Sax, un joven clarinetista que en su afán por mejorar las imperfecciones del clarinete desarrollo un instrumento completamente nuevo, y aunque las reacciones no fueron exactamente como el las esperaba, las orquestas fueron relegando su creación a las bandas de guerra y a los escenarios urbanos, que es donde justamente cobra la fuerza e identidad que tiene ahora.
“Tocar en las calles, para mí tiene cierta ambivalencia; por un lado, es aquí el único lugar donde puedo estar, ya no me dan más trabajo por mi condición física, no puedo estar de pie mucho tiempo así que las personas me ayudan con una moneda y se les agradece, pero además de la moneda lo que más me nutre son los aplausos, esos me motivan y me hacen saber que disfrutan lo que estoy haciendo, me encanta lo que hago y me encanta mi instrumento y el resultado es ver a todas estas personas sentadas aquí a mi alrededor e incluso algunos ‘Gastan la suela’ bailando un ratito”, nos cuenta entre pieza y pieza.
“Extraños en la noche” o “New york”, son dos de las piezas que Macario más gusta de interpretar, como él dice son más de su estilo, pero no son las únicas que puede uno disfrutar en su repertorio, el cual está disponible para nosotros de Jueves a Domingo siempre en el mismo lugar, en donde podemos verlo acompañado por su esposa y como él dice, siendo feliz entre su gente sintiendo con pasión, cada nota que toca.
¡Hola! ¿De casualidad tienen su número?