Ellas con peinados altos, de salón, vestidos vaporosos y bien maquilladas; ellos impecablemente vestidos de traje y zapatos de charol; el tiempo se ha detenido, como cada domingo por la tarde. Los acordes de ‘Nereidas’ y otros temas similares inundan el jardín Zenea en pleno centro de la ciudad. Son las tardes de danzón.
Desde hace 42 años, cada domingo en punto de las 7 de la noche en el Jardín Zenea, se instala La Banda de Música del Estado de Querétaro para ofrecerle al público una agradable Serenata Dominical o como mejor se le conoce: Una Noche de Danzón.
Pero el ritual comienza poco antes de las 7 de la noche, cuando los asiduos bailarines de danzón se van reuniendo en grupos pequeños a un costado del quiosco del Jardín Zenea; este es tiempo suficiente para saludar a quienes con el paso del tiempo se han llegado a convertir en parte de su familia.
Para esa hora ya está todo casi listo, la Banda del Estado afina sus instrumentos, alrededor del quiosco ya se han colocado sillas para que los que gusten tomen asiento y pasen una noche agradable; todo está listo para los bailarines, sus parejas de baile y familiares o amigos.
Cada fin de semana son más de 100 personas las que se dan cita para exponer sus mejores pasos de baile. Para la mayoría de ellos éste es un aliciente para comenzar de buenas la semana; ahí la edad es lo de menos, lo que realmente importa es saber disfrutar de la vida y sobre todo del momento.
Pero ¿cómo dio inicio la noche de Danzón en el Jardín Zenea y desde cuándo se practica? El maestro Aurelio Olvera asegura que la Banda del Estado lleva tocando en el Zenea más de 100 años consecutivos y que el danzón tiene unos 40 años. Según los presentes, los domingos de danzón surgieron por mera casualidad: una noche, mientras la Banda del Estado tocaba música tradicional, una de las parejas que estaba presente al escucharlos les dio por bailar. Desde entonces, en ritual se repite semana a semana.
Justo cuando el reloj del Templo de San Francisco marca las 19:00 en punto, el maestro y compositor Aurelio Olvera Montaño, se dirige al kiosco donde ya lo esperan los integrantes de la Banda, amablemente saluda y, a continuación, da la bienvenida a los asistentes para luego dar paso al recital.
En las dos horas que dura la serenata dominical, pareciera como si el tiempo se detuviera en una época de glamour; en el caso de las mujeres algunas llevan zapatos de tacón alto, peinados bien elaborados y vestidos vaporosos; ellos por su parte usan trajes impecables de acuerdo a la ocasión acompañados de unos buenos zapatos de charol.
Lo primordial es pasar una noche agradable, una buena parte de los asistentes son amantes del danzón, otros son instructores de baile, unos más acuden con la intención aprender uno que otro paso.
Es curioso pero aun cuando se le conoce como noche de danzón, en realidad solo se interpretan 5 piezas de este baile. La serenata está dividida en dos partes, en la primera se toca música tradicional de banda, marchas, oberturas, valses, boleros, y es en la segunda parte cuando suena el danzón.