“La formación cívica de los jóvenes mexicanos presenta un avance significativo respecto a 2009. Sin embargo, sus niveles de desempeño se encuentran muy por debajo de la media internacional”. Esta es la principal conclusión a la que llega el Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana 2016, realizado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo y publicado en noviembre pasado por el Instituto Nacional para la Evaluación a la Educación de México.
El hecho que la educación cívica de los alumnos mexicanos sea tan baja con respecto a la media mundial y bajísima con respecto a los países de la OCDE (el estudio se realizó con una muestra de 5,500 alumnos de segundo de secundaria) “resulta especialmente preocupante si se considera que una adecuada formación en este campo es condición indispensable para que los jóvenes puedan asumir una ciudadanía responsable en el siglo XXI”, señala el Estudio Internacional.
En efecto, los jóvenes mexicanos son más proclives que el promedio de los jóvenes de los países participantes a protestar violentando la ley (tomando edificios, interrumpiendo el tráfico, pintando muros); se informan menos sobre cuestiones políticas que en otros países, pero están más dispuestos a hacerlo para prepararse para votar y tienen una mayor intención de voto.
También el Estudio Internacional muestra que en quien menos confían es en los partidos políticos, lo que representa un fuerte llamado de atención para la vida democrática del país. Y algo muy importante: un porcentaje también mayor que la media internacional no considera la obediencia a la ley en la definición de buen ciudadano.
Entre otras cosas, el Estudio muestra que la escuela es un sitio más hostil en México que en la media de países, respecto de, prácticamente, todos los indicadores: apodo ofensivo, 63 por ciento frente al 55 por ciento de media internacional; reírse de otro alumno, 64 por ciento frente al 56 por ciento; romper las pertenencias de otro alumno, 28 por ciento frente al 10 por ciento de los demás países incluidos.
Y en esto, mucho tiene que ver la omnipresente televisión mexicana, en la que el civismo es cosa de abuelitas, la decencia de idiotas y los conflictos se resuelven apelando a la competencia a ver quién es más vulgar. Y claro, nuestros políticos y sus partidos no ayudan nada. Pero el timbre de alarma está sonando contra una ciudadanía responsable y un sistema democrático moderno. Y en donde más se oye: en la escuela.