Hace unas semanas, una noticia capturó la atención de la opinión pública en Toronto: decenas de personas que entraron ilegalmente a Canadá pidiendo refugio, tenían que dormir en la calle, afuera de un refugio para indigentes, el cual estaba totalmente lleno (de otros inmigrantes). Los tres niveles de gobierno se echaron la bolita, y a fin de cuentas fue un inmigrante ya establecido y exitoso quien decidió donar 20 mil dólares para ayudar a esa gente, coordinó con grupos de asistencia social y sector privado… En 24 horas, encontró espacio en una iglesia al norte de la ciudad, transporte para mover a la gente y donativos de ropa, comida, y productos básicos.
Solo horas después, el gobierno reaccionó y ofreció ampliar los espacios para indigentes y refugiados y una inversión millonaria de ayuda a ciudades como Toronto que están enfrentando un creciente número de inmigrantes indocumentados. Como si fuera una cebolla o una de esas cajas de muñecas rusas, este asunto tiene muchas capas…
El año pasado, Canadá rompió récord en crecimiento poblacional, 1 millón de personas, la mayoría inmigrantes y refugiados. El país no solo esta abierto a estos movimientos, sino que los promueve, debido a que, según los economistas, el envejecimiento de la población requiere fuerza laboral más joven que apoye producción y servicios, pague impuestos y sostenga el crecimiento económico.
Lo que los genios de esa política económica no tuvieron en cuenta es que ese flujo repentino tan grande vendría a empeorar un gran problema existente: la falta de vivienda y el aumento dramático en el costo de vivienda y rentas. Algunos han ido más lejos al afirmar que este repentino flujo de personas también está elevando la demanda de productos y servicios, manteniendo alta la inflación, el otro problema económico que sufre casi todo el planeta.
A nivel local, durante la pandemia, cuando casi toda la gente estuvo en confinamiento, trabajando desde casa, el metro y en general el transporte público se hizo refugio temporal de gente en condición de calle; la mayoría con problemas de drogadicción. Cuando la gente volvió a sus trabajos y a usar el transporte público, empezaron a desatarse muchos crímenes. Algunos cometidos por los indigentes intoxicados o desquiciados, y frecuentemente se daban apuñalamientos a gente sin provocación.
Como pasa en Estados Unidos, mucha gente se ha visto empujada a vivir en las calles, no solo por el abuso de drogas, otros debido a la falta de recursos para pagar una vivienda. Y entonces, los refugios para gente en condición de calle, se han visto rebasados por población local o de plano desplazados por los recién llegados pidiendo refugio.
Hablando de gente en busca de refugio, ahi también hay categorías… Los refugiados llegados de países como Siria, Afganistán o Ucrania, tienen un sistema de apoyo entre sus paisanos (en Canadá hay un gran grupo de ucranianos asentados desde hace muchos años) o del ejercito (aquellos que promovieron la ayuda a traductores afganos, cuando estuvieron destacados en ese país), o simplemente simpatía popular ante hechos como los terremotos que devastaron a Siria y Turquía.
Pero para los que llegan de África, el Caribe o América Latina, no hay la misma simpatía, ni apoyo, ni nada. Por eso acaban durmiendo en las calles, con las pocas pertenencias que traen consigo.
Montreal ha sido de los primeros afectados con este problema, pues debido a un vejo acuerdo con los Estados Unidos, “El Acuerdo del Tercer País Seguro”, por el cual cualquier persona en busca de asilo político o refugio, debe aplicar por él en el primer país al que llegue y aprovechan una zona descuidada por la que entran a la provincia de Quebec.
Y claro, la bendita burocracia… la oficina encargada de procesar las aplicaciones de refugio lleva una cola de casos tan atrasada, que la espera puede llevar más de 2 años; de diciembre del 2022 a enero del 23, la lista de aplicaciones recibidas subió de 56 mil a 71 mil y sigue creciendo.
El mundo vive la peor crisis de gente desplazándose fuera de sus países de origen en toda la historia. Se estima que existen mas de 100 millones de personas que se han visto forzadas a movilizarse a otras naciones. Y Canadá solo absorbe el 2% de ese gran total.
En meses recientes el número de mexicanos llegando en busca de refugio ha crecido, llegando a casi 8 mil, principalmente a los aeropuertos de Toronto y Montreal. Argumentando que México se ha vuelto cada vez más inseguro. La mayoría de ellos van a ser regresados y su aplicación negada, debido a experiencias pasadas en que los mexicanos abusaron del sistema. Y como el famoso cuento del lobo, ahora que sí se justificaría su solicitud, ya no les creen.
Cuando leo sobre las gigantescas caravanas de gente de Sudamérica y Centro América, que se dirigen al muro de la frontera con Estados Unidos, veo entrevistas de gente que aspira a alcanzar el sueño americano, mejores trabajos, más calidad de vida; también hay gente que huye de la violencia, la guerra, el crimen, la pobreza extrema o la persecución política. La gran mayoría no parece estar interesada en asentarse en México. Digo, o son muy ingenuos (creyendo que los americanos los esperan con brazos abiertos) o muy exigentes y no se conforman con lo que podría ofrecerles México (en teoría un país en desarrollo, seguro y próspero).
Las recientes políticas migratorias de Estados Unidos también han propiciado esta situación; algunos dicen que los migrantes que se quedan en México, no es porque el país esté en “jauja”, sino porque al ser negada su aplicación para entrar a “Disneylandia”, es mejor quedarse ahí que regresar a sus países.
Volviendo al caso de Toronto, como en casi todo Canadá, la falta de vivienda está alcanzando puntos críticos a todos niveles, en este momento hay marchas de grupos de inquilinos llamando a una “huelga de rentas”; parece inminente una pequeña recesión – que algunos auguran como el inicio del control de la inflación-; cada vez más sectores han hecho huelgas pidiendo aumento de sueldo de emergencia: burócratas (incluyendo personal de migración), enfermeras, maestros, personal de puertos (Vancouver) y ahora empleados de tiendas de víveres.
Lo bueno que en México con el super peso y su gobierno “del cambio”, hay seguridad, estabilidad y no hay crisis económica y existen buenas oportunidades de trabajo… al menos en el discurso oficial.