
Este fin de semana, la administración Trump decidió meter a los Estados Unidos en la guerra entre Irán e Israel, supuestamente para presionar a los iraníes a sentarse a la mesa a negociar el cese de crear bombas nucleares. Al parecer el maestro del arte de negociar, agotó sus herramientas de diálogo y usó la famosa ley del garrote…
O lo que es lo mismo emplear el miedo como un arma eficaz para disuadir en todos los frentes. Podríamos decir que la misma maniobra está empleando en su propio territorio desplegando no solo a los agentes de migración (ICE por sus siglas en inglés), sino incluso a la guardia nacional y al ejército para repeler las múltiples protestas contra las deportaciones, como lo vimos en Los Ángeles.
Dejando al margen la crisis mundial que está desatando la crisis en Medio Oriente, quiero comentar sobre la situación de las redadas migratorias en Estados Unidos, que parecen llegar a extremos no vistos antes. Agentes de ICE entrando a granjas, empresas, restaurantes, centros comerciales, casas, barrios y aun escuelas. Deteniendo incluso niños, a madres y padres, dejando abandonados a sus hijos, destruyendo familias.
Hace unos días, incluso intentaron entrar a un juego de béisbol de los Dodgers, pero la policía les impidió el paso. Se rumora que el temor a estas redadas y deportaciones masivas está disuadiendo a muchos migrantes indocumentados a dejar de ir a trabajar, de ir a tiendas, iglesias, escuelas o solo salir a la calle. En el ámbito económico, el impacto de estas deportaciones sobre todo en estados como California, Texas y Florida podría impactar el producto interno bruto (PIB) en hasta un 6% en los próximos años.
Por otro lado, el daño económico también le pegará a los países de los deportados, particularmente a México, cuya economía depende fuertemente de las remesas. Sin mencionar el repentino flujo de miles de personas regresando al país, que tendrán que buscar empleo y habitación.
¿Qué pasa con Canadá? ¿Es una alternativa para emigrar? No.
Sin llegar a medidas de violencia o miedo que se ven en USA, desde el año pasado el gobierno de Trudeau tomó acciones muy drásticas para no solo reducir la migración, sino presionar la salida de estudiantes extranjeros y trabajadores temporales ya asentados en el país, al poner metas mucho más bajas para la entrada de personas que pretenden quedarse en el país.
A pesar de las recientes diferencias radicales entre México y Canadá, ambas naciones coinciden en la política migratoria altamente restrictiva. Mientras que los gringos alzan un muro físico y persiguen indocumentados como criminales, en Canadá el muro es administrativo… no persiguen indocumentados, mejor de plano no los dejan entrar y a los que están ya aquí, les muestran la salida negando la extensión de permisos como residentes, con “cuotas” anuales, como si fueran mercancías en un flujo de comercio internacional.
Entre enero y abril de este año, la población de Canadá tuvo casi un crecimiento nulo (0.0%), con solo un aumento de 20 mil personas; cuando en años anteriores llegaban más de 1 millón de personas anualmente. Dichas medidas migratorias hicieron que en el mismo periodo se redujeran en más de 60 mil personas el número de residentes temporales.




Hablando de tarifas. El primer ministro canadiense, Mark Carney, dijo que viene sosteniendo conversaciones con el gobierno Trumpista, con la esperanza de reducir por la mitad de los aranceles al acero y el aluminio. Justo al inicio de la cumbre G7 en Alberta, durante la breve visita de Donald Trump, Carney habló con su homólogo gringo y dijo que en 30 días habrían de llegar a un acuerdo o Canadá impondría nuevas medidas arancelarias recíprocas contra importaciones americanas. Mientras tanto, sigue avanzando el plan de quitar barreras interprovinciales para moer productos de esta a oeste de forma doméstica y se comprometió a arrancar varios proyectos de infraestructura donde se pueda utilizar el acero y aluminio que ya no irían a Estados Unidos.
A la misma cumbre fueron invitados otros líderes mundiales, controversiales, en el intento de Carney por establecer nuevas conexiones mundiales: India, Brasil, Arabia Saudita, Ucrania y México, entre otros. La presidenta con A tuvo una muy buena recepción en la tierra del maple y aunque no alcanzó a hablar 1 a 1 con Trump (pues salió corriendo a preparar sus bombas contra Irán), logró dialogar con Carney y otros líderes del G7 e invitados.
México debería abrirse como Canadá a alternativas más allá del destino manifiesto geográfico de apuntar solo al norte para hacer negocios y explorar alianzas estratégicas con otras naciones.
Las políticas de miedo y la violencia no sólo ahuyentan la paz y la justicia, sino que repercuten en el terreno económico. Una vez más las acciones de una sola persona están desestabilizando el planeta entero y al mismo Estados Unidos. Y como siempre, pagan los más débiles y vulnerables.
Como dicen las leyes de la física, la materia (y la energía) no se crean ni se destruyen, solo se transforman. Los migrantes deportados siguen teniendo necesidad de trabajo, que sus países no les pueden dar; los gringos los sacan a garrotazos, los canadienses no les abren las puertas, ¿a dónde irán? Y en USA, que pretende iniciar una nueva guerra, ahora que ha sacado a tanto migrante del país, ¿a quién van a mandar?