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Oficios en peligro de extinción

Con una tasa de crecimiento económico mayor al 1.4 por ciento anual, Querétaro aspira a ser una ciudad cosmopolita; sin embargo, no hace muchos años, la ciudad se mantenía como un lugar de provincia.

Por esta razón, a pesar de ser una gran metrópoli, en sus barrios aún se conservan personajes con esencia pueblerina y que aún persisten en lugares como El Pueblito en Corregidora, el pueblo de Jurica, Santa Rosa Jáuregui, Tlacote y algunos barrios tradicionales de la ciudad, aunque puede considerarse que estos oficios se encuentran en peligro de extinción.

El Ropavejero

Esta persona suele cargar un costal o un carrito y se dedica a comprar y vender ropa usada, aunque también consigue todo tipo de baratijas y útiles usados.

El Lechero

A pesar de que la mayor parte de la población acude a tiendas para comprar leche pasteurizada en cubos de cartón o botellas de plástico, aún persisten los vendedores de leche ‘bronca’, quienes llevan la leche en grandes contenedores hasta la puerta de los hogares para venderla.

El Afilador

Con un silbido característico, un hombre a bordo de una bicicleta ofrece darle nueva vida a los cuchillos de la cocina, ya que transporte un mecanismo que se acciona con los pedales de la bicicleta o el motor de una moto.

El Bolero

Aunque se mantiene la popularidad de los boleros, en la mayoría de los centros históricos de las ciudades mexicanas, es cada vez más raro encontrar a esos jóvenes que por unas monedas lustran a la perfección el calzado de toda la familia.

El Organillero

Una melodía impresa en un cilindro de papel o metal es lo que hace funcionar a un organillo, por lo que las personas que poseen uno, pueden hacerlo sonar por algunos pesos.

El Panadero

Aunque la bicicleta que cargaba una canasta enorme llena de pan en la parte trasera ha sido reemplazada por camionetas o motocicletas, aún se puede encontrar en algunas colonias al panadero que recorre las calles para llevar el pan ‘calientito’ a los hogares. Algunos aún conservan la tradición de anunciarse con una bocina y la canción “El Panadero con el Pan”, del mítico Tin Tan.

 

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