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Ni trombos, ni miocarditis; desmienten efectos mortales de vacunas anticovid

EFE

Madrid, 1 Sep.- Las vacunas de la covid-19 de ARN mensajero (ARNm) no causan coágulos de sangre ni insuficiencia cardiaca, según la investigación científica actual y la evaluación de las autoridades sanitarias, lo que contradice afirmaciones viralizadas en las redes sociales.

EFE Verifica recibió una consulta en su canal de WhatsApp sobre unas declaraciones del médico canadiense Charles Hoffe, quien afirma que las vacunas de la covid-19 de ARNm pueden matar a la gente en pocos años.

Hoffe argumenta que estos preparados ocasionan una insuficiencia cardiaca por la creación de coágulos microscópicos, en un vídeo ampliamente difundido en redes sociales de un gran número de países en todo el mundo.

En España, una web que difunde habitualmente contenido falso sobre las vacunas de la covid-19 se ha hecho eco de ese vídeo, que incluye fragmentos de una entrevista realizada para el programa de internet Laura-Lynn & Friends.

HECHOS: Los investigadores no han encontrado ningún vínculo entre las vacunas de la covid-19 de ARNm -las de Pfizer y Moderna- y los coágulos de sangre, mientras que las autoridades sanitarias mantienen su evaluación de estas vacunas como seguras y eficaces.

Jaime Pérez, miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Vacunología (AEV), subraya a EFE que la teoría de Hoffe «no tiene ninguna base científica».

«Va en contra de todo lo establecido» en lo que se refiere al «funcionamiento de los anticuerpos y de las vacunas», explica.

Pérez detalla que la experiencia acumulada con las vacunas desde el siglo XIX demuestra que los anticuerpos no se depositan en el endotelio, como afirma Hoffe, por lo que no pueden causar los daños que este describe.

«No hay nada que apunte a ello», recalca el directivo de la AEV.

El servicio estadounidense de información sanitaria Health Desk también indica que la investigación científica «no ha encontrado ningún vínculo entre estas vacunas y los coágulos de sangre».

En la misma línea, Carlos Fernández Moriano, del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (España), puntualiza: «Hasta la fecha, no se ha demostrado (y tampoco se ha recogido en la bibliografía científica) que las vacunas a base de ARNm puedan inducir la creación de coágulos microscópicos y, por ello, ocasionar una insuficiencia cardiaca».

Por otra parte, las agencias sanitarias europea y estadounidense mantienen que estos fármacos son seguros.

En concreto, sobre la vacuna de Moderna, la EMA apuntó en mayo que «la evidencia actual no sugiere una relación causal» con los coágulos de sangre, según precisa Health Desk.

Del mismo modo, la agencia estadounidense de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sostiene que los coágulos de sangre no se han relacionado con las vacunas de ARNm, incluso después de que se hayan administrado más de 350 millones de dosis de estos preparados en el país.

En su argumentación, Hoffe comenta que el 62 % de los pacientes que ha analizado tenía «coágulos de sangre microscópicos», de acuerdo con los resultados obtenidos con la prueba del dímero D.

Jaime Pérez resta cualquier credibilidad a estos datos, que no han sido publicados ni cuentan con el respaldo de ninguna institución.

Además, según señalan el propio Pérez y Healh Desk, la prueba del dímero D no sirve por sí sola para diagnosticar un trastorno de coagulación porque hay varias causas que pueden explicar un positivo en este test, como una inflamación, un embarazo, una operación reciente o la simple edad del paciente.

El nombre de Charles Hoffe ya había trascendido anteriormente como autor de afirmaciones falsas contra las vacunas de la covid-19, lo que llevó a las autoridades sanitarias de la provincia canadiense de la Columbia Británica a advertir a este y otros médicos de que se arriesgaban a ser objeto de sanciones disciplinarias por promover la desinformación en cuestiones de salud.

La teoría de Hoffe carece, por tanto, de cualquier rigor científico, dado que no se basa en resultados comprobables, ni en ningún indicio creíble, además de contradecir la amplia experiencia acumulada por la comunidad médica sobre el funcionamiento de las vacunas.

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