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Efectos de COVID-19 en salud mental de niños, niñas y jóvenes durarían años: UNICEF

15-year-old Valia is at her home in the conflict-affected eastern Ukraine. The girl ran away from home, as her home life had taken a turn for the worse after her mother lost her job and her step-father began harassing her. She called a UNICEF supported helpline, where a solution of her problems was found. A team of psychologists and social workers are supporting vulnerable teenagers across eastern Ukraine as lockdown takes its toll on mental health, relationships and education. The team has lost count of how many calls their specialists have received since the start of the COVID-19 pandemic in Ukraine. According to UNICEF, the incidence of violence in Ukraine has tripled since the beginning of the year, and the number of cases of violence against children has doubled.

*Un nuevo análisis indica que los trastornos mentales entre los jóvenes suponen una pérdida para la economía de casi 390 mil millones de dólares al año.

La UNICEF advirtió hoy que los efectos de la COVID-19 sobre la salud mental y el bienestar de los niños y los jóvenes podrían prolongarse durante muchos años y le está costando miles de millones de dólares al mundo.

Según el ‘Estado Mundial de la Infancia 2021, En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia’, el análisis más completo realizado por UNICEF sobre la salud mental de los niños, los adolescentes y los cuidadores en el siglo XXI, incluso antes de la COVID-19 los niños y los jóvenes ya sufrían problemas de salud mental sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos.

Sin embargo, con la llegada de la pandemia estos problemas se han agudizado.

“Los últimos 18 meses han sido muy largos para todos nosotros, especialmente para los niños y niñas. Debido a los confinamientos nacionales y a las restricciones de movimiento relacionadas con la pandemia, los niños han perdido un tiempo valioso de sus vidas lejos de la familia, los amigos, las aulas y los lugares de recreo, que son muy importantes durante la infancia”, dijo Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF.

Fore sostuvo que las consecuencias de la pandemia tienen un gran alcance, pero son sólo la punta del iceberg.

De hecho, refiere el organismo de las Naciones Unidas que la pandemia se ha cobrado un alto precio pues según los primeros resultados de una encuesta internacional realizada por UNICEF y Gallup entre niños y adultos de 21 países –que se adelanta en el Estado Mundial de la Infancia 2021– un promedio de 1 de cada 5 jóvenes de entre 15 y 24 años encuestados dijo que a menudo se siente deprimido o tiene poco interés en realizar algún tipo de actividad.

A medida que la COVID-19 se acerca a su tercer año, las consecuencias para la salud mental y el bienestar de los niños y los jóvenes siguen siendo enormes. Según los últimos datos disponibles de UNICEF, al menos 1 de cada 7 niños se ha visto directamente afectado por los confinamientos en todo el mundo, mientras que más de mil 600 millones de niños han sufrido alguna pérdida en su educación.

La alteración de las rutinas, la educación y el ocio, así como la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes sientan miedo, rabia y preocupación por su futuro.

Coste para la sociedad

Los trastornos mentales diagnosticados, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, autismo, trastorno bipolar, trastorno de la conducta, depresión, trastornos alimentarios, discapacidad intelectual y esquizofrenia, pueden perjudicar considerablemente la salud, la educación, las condiciones de vida y la capacidad para obtener ingresos de los niños y los jóvenes.

Aunque el impacto en la vida de los niños es incalculable, un nuevo análisis realizado por la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, que también se incluye en el informe, revela que las pérdidas económicas debidas a los trastornos mentales que provocan discapacidad o muerte entre los jóvenes se estiman en casi 390.000 millones de dólares al año.

Factores de protección

El informe señala que una mezcla de genética, experiencias personales y factores ambientales, como la crianza de los hijos, la escolarización, la calidad de las relaciones, la exposición a la violencia o los abusos, la discriminación, la pobreza, las crisis humanitarias y las emergencias sanitarias como la COVID-19, conforman la salud mental de los niños e influyen en ella a lo largo de toda su vida.

Aunque los factores de protección, como la presencia de cuidadores afectuosos, los entornos escolares seguros y las relaciones positivas con los compañeros, pueden reducir el riesgo de padecer trastornos mentales, el informe advierte que hay importantes obstáculos, como la estigmatización y la falta de financiación, que impiden a demasiados niños gozar de una salud mental positiva o acceder al apoyo que necesitan.

El Estado Mundial de la Infancia 2021 pide a los gobiernos y a los asociados de los sectores público y privado que se comprometan, comuniquen y actúen para promover la salud mental de todos los niños, adolescentes y cuidadores, proteger a los que necesitan ayuda y cuidar a los más vulnerables, entre otras cosas mediante las medidas siguientes:

Invertir urgentemente en la salud mental de los niños y adolescentes en todos los sectores, no sólo en el de la salud, para apoyar un enfoque basado en la prevención, la promoción y el cuidado que abarque a toda la sociedad.

Integrar y ampliar las intervenciones basadas en pruebas en los sectores de la salud, la educación y la protección social, incluidos los programas de crianza que promueven una atención sensible y enriquecedora y apoyan la salud mental de los padres y cuidadores; y garantizar que las escuelas apoyen la salud mental mediante servicios de calidad y relaciones positivas.

Romper el silencio que rodea a las enfermedades mentales, afrontando el estigma, promoviendo una mejor comprensión de la salud mental y tomando en serio las experiencias de los niños y los jóvenes.

“La salud mental forma una parte integral de la salud física; no podemos permitirnos seguir considerándola de otra manera”, dijo Fore. “Hemos observado que durante demasiado tiempo, tanto en los países ricos como en los pobres, no se han hecho los esfuerzos suficientes para comprender esta cuestión e invertir en ella, a pesar de que desempeña un papel fundamental para el potencial de todos los niños. Esto tiene que cambiar”.

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