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Que el árbol no nos impida ver el bosque

Ayer arribó a México el ex director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Emilio ‘L’, para guardar el debido proceso, arribó al país y un genio de la medicina que apenas es reconocido como perito médico de la Fiscalía General de la República (FGR), determinó, sólo con un examen visual básico que Emilito sufría de “anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago, así como una debilidad general en toda su salud”.

Bueno, un genio el señor perito que con sólo ver al imputado determinó lo que sólo hasta ahora determina un estudio de laboratorio – la anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago- y determinó que el ex funcionario federal debería ser hospitalizado. Y entonces, lo mandaron a un hospital privado; seguro por aquello del convenio que firmó el gobierno federal para atender a derechohabientes del IMSS en hospitales privados para dirigir todos los recursos de hospitales públicos a atender la pandemia por COVID-19; lo que querría decir que Emilio ‘L’ está al corriente en sus cuotas de seguridad social, porque, de otra manera, su internamiento en un hospital privado sería desvío de recursos. Digo.

Y luego vino la novela: El inquilino de Palacio, de gira por Colima, respondió a la pregunta de una reportera y evidenció que sus juntas mañaneras en materia de seguridad sirven para dos cosas. Afirmó que Emilito ‘L’ había sido trasladado al Reclusorio Norte de la Ciudad de México, cuando horas antes la Fiscalía General de la República informó que el indiciado había sido internado por su ‘delicado’ estado de salud.

Le insistieron los colegas colimenses el titular del Poder Ejecutivo Federal pues la información indicaba que no estaba bien informado y entonces entró al quite -mejor se hubiera quedado callado- el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, el ex priista, Alfonso Durazo, para decir que, bueno que Emilito había llegado al aeropuerto, se había sentido mal, lo habían revisado y lo mandaron al reclusorio norte de donde, finalmente, fue trasladado a un hospital, peeeeeero, eso tampoco era correcto.

La FRG insistió en que Emilito fue directamente del aeropuerto a la comodidad de una cama de hospital privado y, ahí sí, el inquilino de Palacio perdió el control.

Dijo que sería la FGR la que informara sobre el tema y, en lugar de jalar riendas, apretar tuercas y poner los puntos sobre las íes en su equipo de trabajo que lo evidenció como un hombre que sólo presume, pero no hace lo que presume, decidió, otra vez, descalificar a los medios de comunicación y arremeter contra la ‘corrupción’, aunque sólo vea la del pasado y no la de Bartlett, la de Ana Gabriela Guevara en Conade, o la de Irma Eréndira Sandoval y su infumable marido, John Ackerman; no, el inquilino de Palacio sólo ve al pasado.

En fin, que un solo hecho puso, nuevamente, en evidencia la pésima, terrible y casi diría que inexistente, política de comunicación interna del gobierno federal.

Eso con respecto a la caja china del caso Emilito ‘L’; sin embargo, como el título de este espacio lo indica, no debemos perdernos en el árbol, alejémonos un poco e intentemos ver el bosque.

El árbol es el caso Emilito ‘L’ y sus porquerías, con lo que ello implique y a quienes ello implique; el bosque, por otra parte, son tooodos los demás problemas que enfrenta México, comenzando por el terrible manejo de las autoridades de salud federal a la pandemia; de la enorme crisis económica en la que hoy el país está inmerso y las nulas medidas aplicadas por las autoridades mexicanas para paliarla o cuando menos hacerla menos crítica.

El bosque es la ausencia de medicamentos para niños con cáncer, la necedad de mantener proyectos faraónicos que no garantizan eficiencia como Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, mientras recortan fondos a temas como la lucha contra la violencia a la mujer.

Ese es el bosque al que no debemos perder de vista; esa es la masa arbórea a la que debemos poner la lupa; lo de Emilito y sus salpicaduras a la clase política antes dominante en México es sólo un accesorio, de ahí saldrá carne de cañón para el inquilino de Palacio, pero el país no tendrá un beneficio real; lo sustancial, lo importante, lo relevante para los ciudadanos mexicanos es el resto de los árboles. No los perdamos de vista.

Quejas, dudas y comentarios: @Paniagua_Fdo

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