Chicago, IL.- Cuidado, mucho cuidado con la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia, porque puede ser el comienzo del regreso de los golpes de estado. La democracia latinoamericana podría estar en peligro.
La abrupta salida del mandatario boliviano ciertamente ocurrió después de que intentó perpetuarse en el poder, hasta que llegó un ultimátum de las fuerzas armadas bolivianas. Fue entonces que el antiguo promotor de los golpes de estado en el hemisferio, Estados Unidos, entró en acción.
Apenas un día después de la amenaza militar contra Morales, el presidente Donald Trump elogió el papel del ejército boliviano en el conflicto. Las repercusiones de la postura estadounidense me dan escalofríos por su evidente efecto.
La influencia de los Estados Unidos en Sudamérica se ha diluido tanto que el gigante del norte no atina a recuperarla, a no ser con una política injerencista que le funcionó por décadas imponiendo a dictadores militares.
En aquel entonces, en el contexto de la Guerra Fría, el pretexto estadounidense era la amenaza del comunismo. Fue así como el general Hugo Banzer Suárez gobernó Bolivia de 1971 a 1978 después de un golpe de estado.
Otros nombres con amargos recuerdos son Augusto Pinochet Ugarte, en Chile; Jorge Rafael Videla, en Argentina; Alfredo Stroessner, en Paraguay; Juan Velasco Alvarado, en Perú; Guillermo Rodríguez Lara, en Ecuador; Gustavo Rojas Pinilla, en Colombia; y el general Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela, entre otros.
Evo Morales cayó por un golpe de estado y está vivo gracias al gobierno de México, que con el asilo político en realidad desactiva un gobierno izquierdista en Bolivia que no le conviene a los Estados Unidos.