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Más tóxico que el COVID

Apenas el 2 de diciembre pasado el presidente López declaró que en la segunda mitad de su gobierno que ya no se realizarían cambios en su gabinete.

«No, no, ya no (habrá cambios). Nos vamos así, sólo que se presente algo especial, pero no, ya se hicieron los cambios», dijo.

Bueno, sabemos que no es así y a nadie debe sorprender, pues sabemos que el presidente miente como respira, pues en la semana ocurrieron otros cambios en su gabinete para sumar 33, en 37 meses de gobierno.

Con ello, el actual mandatario se consolida como el que más cambios administrativos ha realizado en las últimas dos décadas.

Y a nadie engañan, tooodo mundo sabe que los cambios en los equipos de trabajo, vaya hasta en los equipos de futbol llanero, obedecen a ineficacias, buscando componer el rumbo (aunque este no sea el caso). Me explico a continuación.

Al ritmo de casi un cambio por mes, desde que inició su reinado, su Alteza Serenísima, se ha deshecho (y lo han desechado), políticos digamos moderados, puentes para entenderse con ONG, partidos de oposición, organizaciones empresariales etc., ya no están dentro de su corte.

Así es, el equipo que apareció bien bañadito, peinadito y sonriente en aquella fotografía tomada el 1 de diciembre en la residencia oficial, en el Palacio Nacional, no existe más.

Y no están más por diversas razones, por diferencias en la forma de gobernar, razones personales y alguno que otro escándalo, que renunciaron a la #4T o fueron amablemente invitados a hacerlo.

Los “renunciantes” fueron Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda, por estar en contra de la economía que está imponiendo López, Alfonso Durazo, ex secretario de Seguridad Pública, para Gobernar Sonora, María Luisa Albores ahora  secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Graciela Márquez Colín de Economía a la vicepresidencia del Inegi, Javier Jiménez Espriú, ex titular de la SCT, quien se fue por no estar de acuerdo en que los puertos marítimos estén a cargo de la Secretaría de Marina, Esteban Moctezuma de la SEP a embajador en Washington y Alfonso Romo, el exjefe de la Oficina de la Presidencia por diferencias con su jefe.

A quienes les dijeron “gracias por participar” fueron a la exsecretaria de la Función Pública Irma Eréndira Sandoval, los exsecretarios de Medio Ambiente y Recursos Naturales Josefa González-Blanco y Víctor Manuel Toledo Manzur, al exconsejero Jurídico de la Presidencia Julio Scherer Ibarra, Olga Sánchez Cordero, de la Segob y al exsecretario de Hacienda, Arturo Herrera.

El verdadero trasfondo es que, cada vez más van llegando perfiles muy afines a López a su gabinete (por perfil afín entiéndase aduladores y sirvientes incondicionales), lo que da ya muestras de una radicalización en esta segunda mitad de su mandato.

Realmente ¿A alguien le importan los cambios en el gabinete presidencial? Al decir “alguien”, me refiero al ciudadano común como nosotros. Yo creo que no.

Les pregunto a ustedes: la llegada, el relevo en alguna secretaría (de éste o de otros sexenios), ¿les ha beneficiado? ¿les ha perjudicado? Me gustaría saberlo.

Cuando el poder está concentrado en una sola persona, los peones, los alfiles, no cuentan, no impactan, solo son para el anecdotario y el chisme, no trascienden, a menos que se trate de corcholatas rumbo a la sucesión, que eso es lo que realmente es importante ahora.

Aquí el asunto y para muestra un botón, es la radicalización del gabinete, la lambisconería y la lealtad a ciegas, rinden frutos personales dentro del actual régimen.

El nuevo titular del Fonatur, Javier May es, en toda la extensión de la palabra, un impresentable, al que nadie en su sano juicio daría empleo, menos la responsabilidad de una obra monumental como lo es el tren Maya.

En cuanto a preparación Javier May apenas terminó la preparatoria (y copiando en los exámenes), ya se imaginarán sus limitaciones intelectuales, peligrosas no solo para a quien le sirve, sino para él mismo.

Pero bueno, al margen de eso pregunto ¿Qué experiencia tiene en tendido de líneas para ferrocarril?, ¿en manejo de grupo de ingenieros? Etc. Obviamente ninguna.

El proyecto del tren maya, insignia y capricho del actual régimen comprende mil 500 kilómetros y puso a alguien que ni siquiera sabe hablar ni escribir bien el español.

Para quienes son ajenos al “grupo Tabasco” que actualmente predomina en el gobierno actual, se preguntarán ¿Por qué puso el presidente a tan inefable personaje al frente del Tren Maya?

La respuesta es tan sencilla como escalofriante: a López no le importa que sus peones no estén calificados para las tareas que se les encomiendan, lo que importa es que sean incondicionales, serviles, aduladores, abyectos y demás calificativos que, por respeto no incluyo por aquí.

Javier May es un conocido incondicional del presidente que lo acompañó desde su natal Tabasco y basta con dar una buscada en la red para desenmascarar a esta fichita, de la que ya hemos hablado aquí.

Su misión es terminar “haiga sido como haiga sido” el Tren Maya para que su patrón corte el listón pasando encima de quien sea personas, fauna y flora, todo para echar a andar el tren (algo así como lo que hizo Marcelo con la línea 12).

Y bueno, el actual secretario de Gobernación y miembro distinguidísimo del “Grupo Tabasco” (algunos dicen que es la corcholata tapada) dijo esto de su compadre May.

“No se necesita que uno sea ingeniero en vías férreas para coordinar los trabajos de construcción y de diseño del Tren Maya” y añadió que “lo que se necesita es que haya la capacidad y que se trabaje de manera honesta”.

¿Necesitan traducción?, arriba dejé algunas pistas.

Este es un gobierno de un presidente ególatra, que confronta, de tintes autoritarios, improvisados, de ocurrencias, de gente sin preparación y nunca en la historia del mundo un gobierno ha sido exitoso gobernando con incapaces, no hay registro.

Tenemos un gobierno más tóxico que el COVID

Así se atreven a afirmar que todo va bien.

Tiempo al tiempo.

@hecguerrero

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