Al diablo con sus instituciones, fue la polémica frase del tres veces candidato presidencial, tras la derrota del 2006.
Sin embargo, las instituciones se están yendo al diablo y no solo por lo dicho por López Obrador.
La calificación promedio que le dan los ciudadanos a un total de 17 instituciones es de 5.9, en escala del 1 al 10, de acuerdo con la encuesta “México: confianza en instituciones 2017” elaborado por Consulta Mitofsky en octubre del año pasado.
Las calificaciones de la Policía (4.9), los Senadores (4.8), la Presidencia (4.8), los Diputados (4.6) y los Partidos Políticos (4.4) revelan descrédito, hastío y repudio hacia una clase política que ha mandado al diablo a los ciudadanos.
El problema no es solo de este sexenio. La misma casa encuestadora hace el seguimiento de la aprobación del presidente de la República. El promedio de aprobación desde Ernesto Zedillo hasta Peña Nieto no ha superado el 57.9%.
El punto más bajo fue febrero de 2017, tras el gasolinazo, con solo el 17% de aprobación para Peña NIeto.
Más allá de dimes, diretes y propaganda, urge que la clase política llegue a un pacto de recomposición del sistema, el cual deberá incluir el compromiso de castigar a la corrupción, sin importar el color del partido político.
De lo contrario, esta debacle institucional tendrá efectos prácticos de ingobernabilidad.
Si la gente desconfía de la policía ¿cómo hará la autoridad para ejercer el monopolio de la fuerza?