Mientras en Querétaro, como en todo México, ha empezado la efervescencia política por las elecciones intermedias; en Canadá, como en casi todos los otros países, el tema noticioso sigue siendo la pandemia, las vacunas y las mutaciones del virus.
Y aunque parezcan distantes, la salud y la política se entrecruzan, a veces de manera evidente, otras bajo las sábanas. Los intereses de grupo y la ambición, no son exclusivas del ámbito político, también ocurre en la industria de la salud internacional; peor ahora que hay un producto que necesita todo el planeta.
Es importante entender que la vacuna contra el Covid 19 es un descubrimiento científico histórico y el proceso de inoculación masiva en todo el planeta es algo que nunca antes se había hecho. Muchas instituciones y empresas están buscando la cura contra ese virus; la pionera y más efectiva es la comercializada por la farmacéutica americana Pfizer, pero que fue descubierta por una pareja de científicos turcos radicados en Alemania, creadores de la empresa BioNTec; sus nombres son Ugur Sahin y Ozlem Tureci, un matrimonio de científicos pioneros en terapias inmunológicas contra el cáncer.
En una carrera contra el feroz avance de la pandemia, ahora con nuevas cepas muy potentes, los gobiernos del primer mundo han invertido miles de millones de dólares; sin embargo, los primeros en confirmar la eficacia de su vacuna y empezar su comercialización se han concentrado en Europa y en la Gran Bretaña.
La demanda es tan grande y las vacunas aprobadas a nivel mundial tan pocas, que se ha hecho un cuello de botella. Las autoridades de la Comunidad Europea, recién iniciando la vida post Brexit, con el divorcio de Inglaterra (donde se produce la vacuna de AstraZeneca) notaron que las farmacéuticas estaban siendo seducidas por billones de dólares de gobiernos foráneos y empresas privadas exigiendo recibir antes que nadie más las anheladas vacunas.
Por lo cual, la Unión Europea obligó a esas empresas a cubrir primero los contratos con los países de su bloque. Lo mismo hizo Estados Unidos, presionó a Moderna para cubrir primerio la demanda americana, antes que vender fuera del país.
De este modo, Canadá, que era el país que más dosis per cápita había comprado a nivel mundial, dejó de recibir vacunas por varias semanas, haciéndonos caer en el fondo en el proceso de vacunación. Tarde se dio cuenta el gobierno de Trudeau de que debió haber invertido no solo en promover el desarrollo y la investigación de vacunas, sino en contar con laboratorios capaces de producir localmente esas vacunas.
En agosto de 2020, Trudeau anunció que su gobierno invertirá 126 millones de dólares para rehabilitar una planta de Novavax -localizada en Montreal-, para la fabricación local de vacunas (no las de tipo mRNA de Pfizer y Moderna), lo cual no será posible antes del otoño de 2021.
Mientras tanto, cada provincia canadiense ha adoptado diferentes medidas para detener los contagios, en semanas se ha logrado ir aplanando la curva de la segunda ola, pero las fronteras siguen cerradas y se cancelaron todos los vuelos a México y al Caribe. A pesar de los avances, las autoridades han expresado su preocupación por una inminente tercera ola…
La razón es el lento avance del proceso de vacunación, pero sobre todo la presencia de las mutaciones o variantes del virus del Covid 19, en especial la proveniente de la Gran Bretaña; aunque también se han encontrado casos de las mutaciones de Sudáfrica, Brasil y Nigeria. Las cuales han probado ser mucho más contagiosas y más letales.
Canadá ha venido haciendo miles y miles de pruebas de Covid diariamente, además se realizan las llamadas secuenciaciones, estudios que permiten analizar las sepas del virus que están afectando cada región. En una sola casa para ancianos al norte de Toronto, en Barrie, han muerto ya 63 personas debido a la variante inglesa. La provincia atlántica de Newfoundland, que estaba dentro de una mega burbuja casi libre de casos de Covid, registró en pocas semanas más de 800 casos acumulados y 4 muertes; sin embargo, su gobierno ha decidido aplicar estrictas medidas de confinamiento, pues los números empezaron a multiplicarse a gran velocidad. Esa provincia decidió postergar sus elecciones y cancelar las votaciones en persona, precisamente debido a la pandemia; optando por la votación por correo y prolongar el proceso.
La política y la ciencia se han entremezclado, el problema sanitario ha puesto de rodillas a todos los regímenes políticos. Los gobiernos buscan la manera de terminar con la pandemia en sus naciones para empezar la reactivación económica. Israel es ya el país, donde en este momento casi toda la población ya ha sido vacunada. Se rumora que ese gobierno pagó a las grandes farmacéuticas precios inflados por la vacuna para garantizar su acceso ininterrumpido, y han implementado una muy eficiente estrategia de vacunación. El caso de la India, que estaba por rebasar a los Estados Unidos en número de casos y muertes, tiene sorprendidos a los científicos, pues ellos alcanzaron la llamada inmunidad de rebaño y pasaron de cientos de miles de contagios al día, a cerca de 10 mil, y eso antes de iniciar el proceso de vacunación.
En México han corrido muchos rumores, se ha dicho que la Organización Mundial de la Salud no tiene registro de que el país haya comprado ninguna vacuna (de las hasta ahora aprobadas); se ha hablado de negociaciones con India, Rusia y Argentina para hacerse de algunas vacunas; se dice que México ha ofrecido a su población para hacer pruebas científicas. Y ahora, camino a las elecciones intermedias, corren rumores del uso politizado de la vacunación. Vacunas a cambio de votos.
Han aparecido los muertitos perdidos, que llevarían el total de defunciones en el país de 100 mil a más de 300 mil. Se teme el surgimiento de una mutación del virus en Jalisco, que se está extendiendo.
De Querétaro han surgido quejas de ciertas universidades que piden apoyo financiero del gobierno, “en vez de compras al extranjero”, para desarrollar una vacuna de origen queretano contra el Covid… Me pregunto si esas instituciones cuentan con la experiencia y la infraestructura apropiadas para esa tarea; si están conscientes de la seriedad del caso; si han analizado exhaustivamente al virus, si están haciendo secuenciación, si han evaluado los efectos en los enfermos; si se han acercado a otras universidades en el país o fuera de él o si han emprendido tareas de investigación médica de los casos, etc.
Los intereses económicos y políticos detrás de las vacunas son enormes; es una guerra desigual. Varias voces se han alzado para advertir de la crisis humanitaria global que se viene debido el acaparamiento de dosis por parte de las potencias económicas mundiales, que quieren descontar ya el riesgo sanitario para emprender la recuperación económica. En un mundo global, la pandemia está obligando a cerrar fronteras y a asegurar abasto local antes de proveer a otras naciones. El camino a la recuperación es largo y complicado, el costo político se cuenta con vidas humanas y enormes pérdidas económicas.