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¿El peor enemigo de un priista es otro priista?

Durante las últimas semanas hemos sido testigos de cómo en el otrora partidazo, aquél que se llevaba carro completo, que obtenía mayorías parlamentarias, cuyo líder, desde una oficina palaciega, era la voz máxima y todos se plegaban a su instrucción.

Al priismo todo, durante décadas, le caracterizó su disciplina y la institucionalidad de sus integrantes.

Pero esa disciplina e institucionalidad no era gratuita, se derivaba de cuadros partidistas fuertes, que se forjaron en la lucha interna, en el desarrollo de una carrera al interior del partido, que lo conocían y lo apreciaban a su modo.

El priismo era uno sólo, aunque en su interior fueran muchos sus grupos; la fuerza de ese partido se sustentaba en esa amalgama de intereses, grupos, formas e ideas, aunque no ideales.

Sin duda esa misma fortaleza de años, los hizo anquilosarse y consumirse desde dentro.

La llegada de las alternancias, comenzaron a provocar fisuras en una estructura que había sido eficaz, mientras no hubiera contrapesos políticos, sociales y económicos suficientes que les minaran.

Esas fisuras terminaron por convertirse en fracturas que, finalmente, en 2018; hicieron colapsar el edificio tricolor.

Hoy los priistas se encuentran en la necesidad de reconstruir ese edificio que hoy es una ruina, pero pareciera una labor titánica pues pretenden hacerlo desde la división. No entendieron los priistas que esa misma división los llevó a donde están ahora.

Las luchas internas, los rencores, las traiciones y la ambición que llevaron a los priistas al colapso, son los mismos ingredientes que hoy les impiden resurgir.

Quizás uno de los mejores ejemplos de ese desastre los vive el priismo queretano que, enfrascado en una lucha interna, no sólo no tiene para donde crecer, sino que rasca en los escombros de lo que antes fueron para hundirse aún más. Ni Juan José Ruiz, ni Paul Ospital, ni el dirigente nacional tricolor, Alito Moreno, han caído en la cuenta que con sus pleitos internos, hacen el boquete más grande, minan la poca estructura que quedó del edificio priistas tras la elección de 2018, que sólo se dañan a ellos mismos y que dejan a una militancia dividida y enconada.

Al interior del Partido Acción Nacional hay un dicho muy conocido: ‘El peor enemigo de un panista, es otro panista’; bueno, hoy, por lo que se ve, por lo que se vive y por las condiciones, parece que ahora el peor enemigo de un priista, es otro priista. No entienden. Les digo.

El último párrafo. Desde el punto de vista diplomático, la gira del inquilino de palacio a Washington fue un éxito e, incluso, desde la perspectiva de la relación del gobierno mexicano con el gobierno de Donald Trump, también hay buenos resultados; los hay también si lo observamos desde el punto de vista comercial y económico -aunque el TMEC sea un elemento clásico del neoliberalismo que tanto critica López Obrador-. Sí, en general fue una buena gira, pero…. ¿Y si gana Joe Biden? Digo.

Quejas dudas y comentarios: @Paniagua_Fdo

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