A estas alturas de la contienda electoral presidencial (2024), nadie puede decir que tiene una gran ventaja y, por consecuencia, el triunfo asegurado.
De acuerdo con el documento “Historia Electoral”, elaborado por Roy Campos (Consulta Mitofsky) con sustento en los resultados de las elecciones de 2021, Morena, en alianza con el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) sumó 44.3 por ciento del total de los sufragios emitidos.
Por su parte, la alianza formada por el Partido Acción Nacional (PAN), el de la Revolución Democrática (PRD) y el Revolucionario Institucional (PRI) se llevó 41.1 por ciento de los votos computados.
Dicho en otros términos, hay empate técnico entre los dos bloques partidistas y, por consecuencia, la historia aún no termina de escribirse.
Ebrard
Claro está que hay y habrá variables que pueden influir en los resultados de los comicios para elegir presidenta de la república.
Uno es el factor Marcelo Ebrard Casaubom, el aspirante presidencial de Morena que vio frustradas sus aspiraciones porque oficialmente su compañera, Claudia Sheinbaum Pardo ganó la encuesta definitoria.
Al anunciar su ruptura con el morenismo, Marcelo Ebrard se convirtió en un factor de peso rumbo al 2024.
De acuerdo otra vez a los números, la fuerza de Ebrard representa alrededor de 1.5 millones de simpatizantes -potenciales militantes de Morena- que podrían seguirlo en caso de que decida sumarse a Movimiento Ciudadano (MC), al Frente Amplio por México (FAM)… o quedarse en Morena.
En votos representa más o menos dos por ciento del total. Además, los “marcelistas” suman 30 por ciento de los actuales diputados federales de Morena; esto es, 25 legisladores además de 11 senadores de la república.
Si el excanciller se sale de Morena significaría elevar el riesgo de que la cuarta transformación pierda el poder, pues independientemente de bloque o partido al que se sume, le resta a Morena.
Otra cosa significa a quién le suma, pues también podría restar al FAM y llevarse esos votos a MC, con quien es sumamente complicado que gane la elección pero sí causaría que, de nuevo, que se equilibren las fuerzas entre los dos bloques mayoritarios.
La clase media
Otro factor será el comportamiento de la clase media; la población “aspiracionista” y medianamente informada cuya mayoría votó, en los comicios de 2018, por López Obrador a modo de castigo hacia el PAN y el PRI por lo mal que habían gobernado.
Números más números menos, este bloque de electores representa alrededor de 15 millones de ciudadanas y ciudadanos, artífices del triunfo de Andrés López.
Como sucedió en 2018, esta clase media volverá a evaluar su voto y lo usará para castigar o premiar al actual gobierno y a su partido. De esta población dependerá quién triunfa en 2024, con Marcelo Ebrard, sin Marcelo o a pesar de Marcelo.
Será la primera elección que la clase media evalúe al gobierno federal de la cuarta transformación y, muy seguramente de nuevo defina el rumbo del país.
Claudia y Xóchitl
El presidente de México y la dirigencia de Morena saben esta condición. Tan es así que en estos días han llamado constantemente a Marcelo Ebrad para que retorne al redil y no rompa con ellos.
Tan saben esta situación que el mismo López Obrador ha dicho que si Marcelo se va a MC a quien le robará votos es al FAM pues “es muy atractivo para la clase media”.
El FAM también sabe de esta situación y por eso se entusiasma y llama a Ebrard, por conducto de Xóchitl Gálvez, a sumarse a la alianza.
La decisión de Ebrard influirá en el proceso electoral y muy seguramente en la forma de hacer campaña.
Está muy claro, sin embargo, que Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum tendrán una cerrada lucha por el voto de la clase media mexicana; disputarán el sufragio de aquellas y aquellos descontentos con la forma de gobernar y, por supuesto, pelearán el voto de los marcelistas, en cualquier lugar en el que se encuentren.
Lo saben en el FAM y lo saben en la 4T.
Juan José Arreola de Dios. Periodista / Comunicación Política / Twitter: @juanjosearreola