La semana que concluye seguramente fue una de las más complicadas para el colega Jesús Ramírez Cuevas, titular de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República que de por sí debe ser un puesto sumamente complicado sólo con las tareas normales que implica.
Esta semana nos mostró claramente las dificultades del encargado de la política de comunicación del gobierno federal, luego de que el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, desmintiera a dos integrantes de su equipo de trabajo: al titular de la SCT, Javier Jiménez Espriu y al Subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera.
En ambos casos el Presidente López no les mandó decir a sus subalternos lo que pensaba; se los dijo en su cara y los evidenció ante los medios de comunicación que acuden regularmente a las conferencias de prensa matutinas que ofrece.
Pero estos no son los únicos casos de desmentidos públicos del Presidente López a integrantes de su equipo pues, desde que inició el sexenio, el 1 de diciembre del año pasado, AMLO ha puesto en entredicho las posturas y declaraciones de al menos 2 secretarios, un Director General y un Subsecretario.
Rocío Nahle, Secretaria de Energía; Manuel Bartlett, Director General de la CFE, Javier Jiménez Espriu y Arturo Herrera han sido víctimas de su jefe. A todos los ha desmentido públicamente, en cadena nacional y con ellos presentes.
¿Cómo manejar la política de comunicación cuando hay tales contradicciones al interior de un equipo gubernamental? Contradicciones que merman la credibilidad de sus integrantes y del gobierno mismo.
¿Qué argumentos esgrimir para explicar esas contradicciones? Si el Presidente Desmiente a un miembro de su gobierno, ello implica que ese funcionario mintió, lo que redunda en la violación a uno de los tres principios básicos que llevaron a López Obrador a la Presidencia de la República: No mentir. No hay entonces salida. ¿O sí?
Hagamos pues un recuento: el 11 de enero, en medio de la crisis por la falta de combustible en el País, el presidente aceptó que existían buques varados en el Golfo de México desmintiendo a la titular de Energía Rocío Nahle García, quien 4 días antes había sido desmentida por su jefe, en torno al tema del uso de la técnica fracking pues en conferencia de prensa, López Obrador afirmó: “No se va a usar. Es un compromiso. Somos ambientalistas de verdad”.
El 12 de febrero López Obrador desmintió públicamente a al director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, quien afirmó que a las empresas que no aceptaran una renegociación de contratos serían denunciadas.
“Que nadie se espante, que nadie se ponga nervioso, se van a respetar contratos”, afirmó el mandatario.
Ese mismo día, el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera dijo al diario británico Financial Times que el gobierno analizaba detener la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, algo que fue negado por el primer mandatario.
Y luego, esta semana, AMLO desmintió a Jiménez Espriú respecto a la corrupción en el NAICM. «Si hubo corrupción», contradijo el ejecutivo y dio cuatro razones y, al día siguiente, le tocó nuevamente a Arturo Herrera con el tema de revivir la tenencia.
“Sobre el regreso de la tenencia, eso no es cierto, eso es lo que quisieran nuestros adversarios”, afirmó López frente a su subsecretario.
A Bartlett, a Nahle, a Jiménez y a Herrera, no les ha quedado más que apechugar ante la embestida de su jefe, frente a la negación de sus dichos han bajado la cabeza y se han tragado su orgullo; han sufrido, sin duda, pero hasta ahí.
Pero el que seguramente ha tenido que sufrir unos entripados tremendos, sin deberla ni temerla es el comunicador gubernamental, Jesús Ramírez Cuellar que trabaja en un gobierno de desmentidos. ¡Pobre!
EL ÚLTIMO PÁRRAFO
Gran, gran iniciativa la presentada ayer por La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y el municipio de El Marqués, quienes anunciaron el Programa de Restauración Hidrológica y Saneamiento del Río Querétaro, bien por la Rectora, Teresa García y por el Alcalde, Enrique Vega.