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De drenaje pluvial a paso peatonal

Cruzar a gatas, en cuclillas y a oscuras la carretera México Querétaro o arriesgarse a morir.

 Ese es el dilema diario que enfrentan decenas de personas en el kilómetro 200 de la autopista más transitada del país. 

A falta de un paso peatonal, hombres y mujeres, trabajadores de la zona, emplean la tubería de un drenaje pluvial para ir y regresar de su trabajo. 

El puente peatonal más cercano está a 2 kilómetros, frente a la entrada del parque industrial Bernardo Quintana. El otro puente peatonal está a 2.5 kilómetros frente al monumento a Conin. 

«La gente lo usa (el drenaje) desde las 5 de la mañana, que es cuando pasa más gente. La gente lo cruza agachada por necesidad, porque ninguno lo cruza por gusto», explica Manuel, empleado de un restaurante a pie de carretera y usuario del improvisado pasaje. 

Usar el puente peatonal más cercano implica una caminata de 20 minutos, en el acotamiento, sin banquetas, relata Manuel. 

Silvia, empleada en un establecimiento de hospedaje, cruza dos veces al día por el angosto tubo. Una vez por la mañana y otra vez por la noche. 

Cómo mujer tiene un temor: ser asaltada en el «descanso» que hay entre los dos cuerpos de la carretera. 

«Hay veces que se ponen unos muchachitos, ahí en medio donde divide las dos carreteras, en la noche, y han asaltado desafortunadamente… sí está peligroso, a las 7 de la noche cuando yo salgo ya está oscuro», acusó Silvia.

Ella dijo esperar que las autoridades pongan atención en esta necesidad y se construya un paso peatonal adecuado. 

«Hay gente que va y viene, va y viene, y sí haría falta un puentecito, aunque sea pequeñito, pero que no corramos tanto peligro», pidió. 

Cruce imposible cuando llueve

Álvaro, trabajador de una empresa de reciclaje usa diariamente el tubo para llegar a su trabajo. El breve trayecto implica incomodidad y esfuerzo físico, explicó. 

«Se acalambra uno ahí, a mitad del túnel, porque va uno muy incómodo», relató.

En tiempos de lluvias, el cruce por el drenaje pluvial se vuelve imposible, explicó Álvaro. 

«Cuando llueve, a veces se queda estancada el agua y no se puede pasar bien», afirmó. 

Trayecto con obstáculos 

El trayecto, frente a una empresa transportista, comienza con un angosto puente de concreto sobre un canal donde corren aguas negras.

Luego, se ingresa a un primer tramo con un par de tubos en paralelo. Tras salir del primer tramo hay un «descanso» a cielo abierto en el camellón de la vialidad. 

Ahí se ingresa al segundo tramo de tubos para terminar en un «cajón» que conecta con unas escaleras de metal que salen a un par de bancas donde hacen parada las unidades de transporte suburbano.  

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