Si de lugares mágicos y con tradición se trata, Querétaro se pinta solo y ofrece a los locatarios y turistas una innumerable lista para visitar, deleitar la pupila, el paladar y por si fuera poco para adentrarnos en su historia.
Ubicado en uno de los barrios mágicos de la ciudad, la fábrica de Hércules resguarda relatos y semblanzas que datan del siglo XVII, cuando Fernando de Tapia. -Conín-, estableció en esa región redes de comercio con los pobladores de La Cañada en la época de la colonia.
Después de pasar por las manos de varios dueños, quienes intentaron sacarle provecho al terreno sin beneficio alguno, el Molino Colorado fue adquirido por Cayetano Rubio Domínguez, quien hace una millonaria inversión para la construcción de una gran fábrica de hilados y tejidos.
Con el objetivo de transportar maquinaria, equipo y personal importado de Europa, necesario para la operación de la obra, se puso en marcha la remodelación del molino y con esto vino también la construcción de una carretera de 350 kilómetros, que atravesaba Tampico, la huasteca potosina y la sierra gorda queretana.
Del mismo modo se instauró un acueducto de 257 arcos y 2 kilómetros de longitud para conducir el agua desde el cañón de Los Socavones y los manantiales de El Barreno a la fábrica, con la finalidad de mover una rueda hidráulica importada de Manchester, Inglaterra, que generaba 80 caballos de fuerza y que daba la energía motriz para las máquinas telares.
A raíz de la construcción de este lugar, el pueblo de Hércules comenzó a tomar vida y poblarse con habitantes que comenzaron a trabajar en este histórico recinto nombrado «El Hércules», en honor a Diego de Tapia y en alusión a la leyenda inscrita en su escudo de armas, ahora escudo de San Luis de la Paz.
Para esos años, se contaba con puentes que conectaban ambos lados del río Querétaro; fábrica de gas para el alumbrado público; sistema de transporte de tranvía de mulas; estación de ferrocarriles; teatro sobre la calle principal y más tarde se construyó la Parroquia de la Purísima Concepción.
Un año después de la muerte de Cayetano Rubio (1876), trabajadores de la fábrica se levantaron en huelga para exigir sus derechos, pues eran explotados con largas horas de labor, escasas prestaciones y un salario mínimo.
Tras el percance, la fábrica cerró temporalmente, lo que ocasionó el desempleo para más de mil personas. Algunos manifestantes fueron desterrados del estado, ya que se negaban a regresar a sus actividades bajo las condiciones laborales predispuestas.
En 1906 se formó la Unión Obrera, la cual un año después terminó por disolverse. Tras la Revolución Mexicana surgió el primer sindicato laboral en el estado de Querétaro: El Hércules, sin embargo, las huelgas continuaron por años y en 1924 culminaron con la formación de la Compañía textil de Hércules, S.A., perteneciente a los trabajadores del lugar.
Dicho lugar convirtió a Querétaro en una insignia de la industrialización, atrayendo la mirada de personajes políticos, como Porfirio Díaz, quien visitó las instalaciones del lugar durante su mandato.
En la actualidad, la fábrica continúa sus actividades y le da vida a una cervecería concurrida por familias y amigos, además fabrica hilos, telas sintéticas, tejidos y mantas, dando trabajo a algunos habitantes de la delegación, quienes probablemente son hijos y nietos de los que alguna vez laboraron en ese gran imperio.