Chicago, IL.- No me sorprendió en lo absoluto la dura reacción de las clases privilegiadas mexicanas a la pretendida cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco. Los jugosos negocios de empresarios y millonarias mordidas para los políticos están en riesgo.
Veamos algunas de las horrendas premoniciones de quienes han amasado fortunas sangrando al erario público, ya sea robándose los fondos directamente desde sus puestos como funcionarios o ejecutando contratos de obras públicas inflados hasta más no poder.
El Secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, dijo que poner fin a la construcción afectará irremediablemente a todos los mexicanos, por la depreciación del peso y la pérdida de confianza de grandes prestamistas internacionales, que suben las tasas de interés.
Ahora la conclusión de un análisis de Citibanamex: “La decisión implica un deterioro significativo del marco macroeconómico hacia adelante, como lo sugiere el empeoramiento sustantivo de los indicadores macro-financieros después del anuncio de AMLO. Quizá más relevante aún desde una perspectiva de mediano plazo es la señal negativa que esta decisión en particular envía a los mercados sobre la manera como se hará política bajo el gobierno de AMLO”.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, advirtió que la suspensión del proyecto en Texcoco costará 120 mil millones de pesos, incluidos 40 mil millones de pesos solamente por la cancelación de contratos, además de la pérdida de 46 mil empleos directos e indirectos.
Las declaraciones de los afectados son fatalistas; entendible, se les acabó la minita. Imagínense el golpe a sus bolsillos. El fideicomiso de la obra emitió seis mil millones de dólares en bonos para financiarla. Es una cantidad enorme que ya no podrán repartirse.
Sí, sin duda, habrá algunas consecuencias económicas para ponerle fin al nuevo aeropuerto, pero las cantidades que ahorrarán los mexicanos quitándose de encima a estas sanguijuelas valdrá la pena. Tiempo al tiempo.
