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Javier Bosque: del ‘infierno’ a la galería

Nada hay más admirable y heroico, que sacar valor del seno mismo de las desgracias, y revivir con cada golpe que debiera darnos muerte” – Louis-Antoine Caraccioli.

Durante este mes de enero, el CEART aloja una interesante exposición que retoma conceptos que se habían intentado desde los años de Newton, buscando lograr lo que algunos denominaron como “la pintura sonora”, sin embargo, fue una brillante mente queretana la que “materializó” esta metáfora, logrando una figura unitaria basada en los 27 planos sonoros, en referencia a cómo se produce y mezcla el sonido y la manera en que escuchamos normalmente.

Transmutando este principio a lo visual apoyado en el teorema de poncelet, Javier Bosque crea el Pixbel, una conjunción de conceptos que tienen que ver tanto con la música como con la imagen, otorgándole como mera consecuencia el nombre de Pixbeles a la obra compuesta por 37 cuadros que el artista presenta en el museo ubicado en el templo de Santa Rosa de Viterbo.

Siendo Javier un artista nato, comenzó a desarrollarse desde muy joven en el ámbito musical, teniendo en su haber alrededor de 14 discos grabados, pero no fue sino hasta que la vida lo puso a prueba que encontró en el dibujo la manera perfecta de desahogar todo aquello que, según sus propias palabras, ha sido la situación más apremiante que ha vivido.

“Lo que viví es imposible de borrar y es parte de mi historia, fue un proceso muy difícil, tuve años terriblemente desastrosos, yo decía que era como un infierno pero entiendo bajo mis términos que un infierno es eterno y esto no lo era, pero si te quemaba por dentro y hubo una total transformación desde mi interior hasta mi exterior , hubo que reconstruir muchas cosas, entonces llego un momento en que la música , que es a lo que siempre me he dedicado no me podía generar lo que necesitaba, entonces, me encontré con que podía pintar, nunca en mi vida había agarrado un pincel; sin embargo, un día tome uno y comencé a hacerlo como Dios me daba a entender”.

ARTE Y SANACIÓN

En estos años de “crisis” lo que más sobró a Javier fue tiempo para meditar e interiorizar, la adversidad generó que incluso cuestionara la fe que desde pequeño profesaba. “Necesitaba hacer una catarsis, venía de un punto en el que según yo era feliz, y de repente perdí todo, entonces en esta búsqueda, por alguna razón llegue a la física cuántica y junto con mi religión católica cristiana, pude encontrar una fe razonada y muchas cosas hicieron sentido, Mi objetivo se volvió el querer compartir con acciones lo que aprendía, a través también de lo que siempre hice, el canto y el dibujo. Esta unión de ideas fue para mí muy valiosa, y bajo la firme creencia de que todos somos iguales y lo bueno o malo que yo haga repercutirá en mí mismo, entendí que en las circunstancias en las que estemos los únicos que tienen la decisión de que actitud tomar, somos nosotros mismos”.

Con esta nueva filosofía como estandarte, Javier comenzó a ser un factor de cambio para muchos de los que compartían con él la situación en la que se encontraba, generando a través del arte un fuerte vínculo, creando un mega coro, recientemente ganador del primer lugar de la voz penitenciaria y dejando su semilla sembrada en algunos que aún continúan a través del canto y la pintura su propia búsqueda.

Hoy en día ya en un contexto completamente diferente a lado de su familia y amigos, J. Bosque trabaja en las siguientes etapas de su obra Pixbeles con la idea de poder llevar su trabajo a la Feria del diseño de Madrid aunado a eso, busca regresar al mundo de la música y comenzar a generar cosas más positivas siempre con la mirada hacia adelante seguro de que todo esto bueno que actualmente vive tiene algún propósito más allá de él mismo.

 

Redacción El Queretano

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